En los ambientes laborales no solamente producen estrés las fechas de entrega, la presión de los jefes y la necesidad de generar resultados. Lo que más angustia a las personas es una de sus consecuencias más nocivas: la ansiedad que se produce en determinados momentos; incluso, a veces prolongada por meses y años.

La ansiedad es definida por la ciencia como un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad; en ocasiones, cuando se la sostiene en el tiempo, se manifiesta con una angustia que puede desencadenar enfermedades como el síndrome de Burnout, según Entrepreneur.

Estos cinco consejos pueden ser de ayuda para sobrellevar mejor las situaciones que te producen ansiedad en el trabajo. Recuerda que ante síntomas de angustia y que se extiendan en el tiempo, es necesario consultar con un médico o un terapeuta; y también es fundamental que evites auto medicarte.

1. Haz pausas
El nivel de atención promedio en personas trabajando depende del tipo de actividad; se estima que no se puede estar más de dos horas corridas extremadamente concentrados, por lo que es ideal hacer pausas cada hora y media; unos diez minutos de descanso o desconexión del entorno habitual serán suficientes para recargar energía y volver enfocar la atención. Prácticas que ayudan: sería ideal incorporar alguna rutina de estiramiento, alimentación saludable cada dos horas para no llegar con excesiva hambre a la comida principal, y practicar unos minutos de silencio.

2. Busca solucionar los problemas lo mejor posible
Un problema que produce ansiedad recurrente es la poca flexibilidad en el trabajo. Las actividades siempre generarán imprevistos; lo fundamental es saber buscar soluciones de la mejor forma, con los recursos disponibles. Prácticas que ayudan: fomentar una cultura de innovación emocional, el modelo que promueve compartir las emociones, lo que se siente, en tiempo real. Aprender a dar y recibir feedback para diseñar mejores prácticas y evitar procesos duplicados o esfuerzos sin sentido. Saber que se está haciendo lo mejor con lo disponible, es otra forma de tomar consciencia que ayudará a minimizar el impacto negativo en las personas.

3. Asume una actitud neutral sobre aquello que no puedes manejar mejor
La sola mención de la palabra “neutral” para muchas personas puede parecer que hay que rendirse y no hacer “nada”. Sin embargo, neutral implica una observación consciente sobre los distintos problemas que se presentan, para tomar perspectiva y dimensión. Prácticas que ayudan: incorporar la observación neutral, sin juicios ni preconceptos, en la vida cotidiana, y en las reuniones de trabajo. Observarse internamente cuando otro dice cosas que no te gustan: ¿Qué dicen tus emociones?, ¿Cómo te sientes’ ¿En qué parte del cuerpo resuena?

4. Habla con una persona de confianza
A veces se necesitará también una descarga a tierra. Encontrar una persona con quien dialogar, expresar lo que se siente dentro o fuera del trabajo y sacar las emociones hacia afuera, es una forma de canalizar la ansiedad, el estrés, la decepción y la frustración que puede invadir a los empleados en ciertos momentos. Prácticas que ayudan: enfocarse en las soluciones, no sólo en los planteos cerrados de los problemas, del estilo “Esto es así, y si no se da como yo digo, las cosas no van a cambiar”. Empezar a observar otros puntos de vista. Evitar derivar las conversaciones por fuera del eje del problema: esto significa dejar de trivializar y socializar, ya que le resta peso a la charla que está en curso. Tampoco dar lugar a los chismes.

5. Comparte tus vivencias o sensaciones con tus superiores o el área de RRHH
Aunque el desgaste de la ansiedad y el estrés que produce parezca que quitan las ganas de seguir, vale la pena hacer el aporte individual para mejorar la organización. Las empresas son seres “sintientes”: tienen alma, espíritu, transmiten y circulan emociones todo el tiempo. Prácticas que ayudan: planifica la reunión con antelación. Prepara los puntos principales que deseas transmitir. Hazlo siempre desde una perspectiva constructiva. Utiliza ejemplos personales: no involucres a las demás personas que no estén presentes en tu conversación. Busca arribar a conclusiones. Propone al menos tres vías de mejora, sencillas y concretas, con las que tú mismo puedes comprometerte, además del área y la empresa.

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