La interrelación de los Robots, la Inteligencia Artificial y la Iot o “Internet de las cosas” son los actores de esta también llamada cuarta revolución industrial.

“La Economía Digital”, Don Tapscott, fue uno de los primeros libros que muestra como el Internet puede cambiar el modo en el que se hacen los negocios. Se volvió uno de los libros más vendidos a nivel internacional a tan solo un mes de su lanzamiento en 1995, apareciendo en diversas listas de “best-sellers”, incluyendo la lista de libros de negocios del New York Times y durante un semestre en la lista de “BusinessWeek”.

Los robots industriales han estado disponibles durante décadas, pero solo recientemente se han vuelto más sofisticados, ágiles y flexibles lo que permitió ampliar el alcance en la automatización digital. Los robots pueden reemplazar algún trabajo realizado previamente por personas, pero también pueden trabajar junto con los trabajadores para aumentar su eficiencia y ayudarlos. Los robots se vuelven cada vez más sofisticados, con la capacidad de predecir y “tomar decisiones” de una manera cada vez más automatizada y a gran escala.

La inteligencia artificial se refiere a la capacidad de las máquinas para imitar el comportamiento humano inteligente. Esto puede implicar realizar diversas tareas cognitivas como detectar, procesar el lenguaje oral, razonar, aprender, tomar decisiones y manipular objetos en consecuencia. Con el software de IA, los robots pueden comportarse cada vez de manera más independiente de las decisiones de sus creadores y operadores humanos. Actualmente, la IA se limita a tareas específicas, relativamente escasas y todavía está muy lejos del tipo de inteligencia general y adaptable que poseen los humanos. Pero la importancia de la IA se está expandiendo en el mundo, y ya está incorporada en muchos productos y servicios, desde servicios de búsqueda y traducción en línea hasta predicciones de tráfico en tiempo real y uso en autos sin conductor. Existe un amplio margen para aplicar la IA.

Abreviado como IoT (por sus siglas en inglés), se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos con Internet. Por ejemplo, si los electrodomésticos, botiquines, partes automotrices, entre otros, estuviesen conectados a Internet, no existirían artículos fuera de stock o medicamentos caducos; sabría exactamente la ubicación de un producto, cómo se consume en el mundo, qué está encendido o apagado en todo momento y el extravío sería algo del pasado.

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