El elemento clave que casi siempre es parte del proceso y jamás se debe subestimar: la entrevista en persona. Es algo que no siempre tomamos en cuenta, pero un posible empleador te va a juzgar por la seguridad (o falta de) con la que saludas.

Después de todo, es una de las primeras cosas que sucederán cuando entres en la habitación en la que te entrevisten. Un firme apretón de manos muestra que eres alguien seguro de sí mismo y da la impresión de ser asertivo y profesional. Demasiado firme y podrías parecer dominante y agresivo. Muy flojo y te verías débil.

Si te preocupa cómo das un apretón de manos, practica con amigos y escucha su opinión sobre si necesitas afianzar o aflojar tu saludo.

Y cuando llegue el gran día, asegúrate de hacer contacto visual con cualquier persona con la que tengas contacto físico. También es buena idea tener un pañuelo de manera estratégica en tu bolsillo. A nadie le gusta sujetar una mano sudada.

Y lo otro indispensable: ¡Sonríe!
Es más fácil decirlo que hacerlo cuando tu corazón está acelerado, tu estómago revuelto y te preocupa olvidar tu propio nombre. Pero sonreír es un lenguaje universal que dice “estoy feliz de estar aquí y soy una buena persona”.

Así que luce una gran sonrisa cuando cruces la puerta y trata de sonreír lo más posible durante la conversación. Es una manera fácil de ganar puntos y generar una buena impresión.

En cuanto al lenguaje corporal, recuerda sentarte derecho y nunca encorvarte.

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