FRASES SUJETAS A ANALISIS

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En general es bueno decir lo que uno piensa. En el lugar de trabajo, la gente tiende a usar una jerga recargada para compensar por el hecho de que no sabe de qué está hablando. Pero hacer lo opuesto tiene un riesgo menos evidente.

Sin embargo la sencilla frase: “No hay problema”, es un problema cuando se dice permanentemente. Los especialistas hacen un desarrollo interesante de su implicancia.

La expresión aparece en todo tipo de ambientes de trabajo y el tono es a menudo alegre y entusiasta, por lo que no preocupa usarlo periódicamente. Es poca la gente que oye “no hay problema” y lo entiende literalmente, pero a un nivel justo por debajo de la conciencia, lo que transmite es resentimiento oculto. Quien lo dice implica la posibilidad de que alguien plantea un problema que están dispuestos a dejar pasar.

No es el riesgo (casi absurdo) de una mala interpretación literal contra la que debe protegerse. Es la probabilidad de que uno recaerá en “no hay problema” cuando le pidan cumplir tareas que considera de poca monta -buscar una dirección, tomar nota, fotocopiar, envolver algo o dejar pasar a alguien en el ascensor- e inconscientemente transmita enojo (incluso de formas no verbales).

Es probable que nadie dirá “no hay problema” cuando su jefe le pida que prepare un informe importante o le asigne otra tarea significativa. Cuando una tarea en el trabajo es de mayor peso, uno tenderá a preguntar cómo hacerla bien, transmitirá entusiasmo y declarará que está a la altura de la misma. ¿Pero no debería tratar de aparecer como la persona que asume todas las tareas de ese modo? Deshacerse del “no hay problema” lo ayuda a mostrar lo mejor de sí.

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