La capacitación permanente producto de la velocidad de los cambios tecnológicos nos lleva a parafrasear en forma permanente a Sócrates: “Yo sólo sé que no se nada”. Lo digital nos maravilla pero también nos inhibe.
La Inteligencia Artificial, la Internet de las cosas, el Big Data son todos temas quizás más fáciles de enumerar que de comprender y aprender.

La reflexión sobre cómo capacitarnos, como mantenernos actualizados nos obsesiona con el perfeccionismo y con el mito muy extendido que dice, solamente logran éxitos significativos quienes se proponen hacer todo perfecto. Esto tampoco es cierto.

El éxito depende del talento y éste de la perseverancia. Está mucho más preparada para triunfar una persona relajada, que no tiene que lidiar con fuertes dosis de angustia y de tensión. Hay muchos ejemplos en el mundo de personas que alcanzan grandes objetivos, sin estar evaluando permanentemente lo que faltó o lo que sobró en cada cosa que hacen.

“La perfección se logra al fin, no cuando no hay nada que agregar, sino cuando ya no hay nada que obtener”, Antoine de Saint-Exupéry.

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