En 2009, algunas marcas comenzaron a explorar las plataformas digitales. Las más arriesgadas decidieron incluir en sus estrategias de negocio herramientas de comunicación directa con sus consumidores, como las redes sociales. 10 años después, en 2019, las firmas que no cuentan con un perfil en Facebook, Instagram o Twitter simplemente no figuran en el mapa para los usuarios.
Esta década permitió que las empresas, por primera vez, pudieran enviar mensajes promocionales (en cualquier momento del día) a un grupo de usuarios realmente interesados en sus productos o servicios. Las plataformas digitales parecían un sueño hecho realidad: publicidad bien aceptada, dirigida a un público de calidad y con poca inversión.
Los clientes siempre han tenido la razón. Pero ahora ya no basta con complacer sus necesidades, sino que exigen que las marcas lo hagan a través de una acción personalizada y diferenciada. Los consumidores ya dejaron en segundo plano el precio, hoy buscan compañías que les ofrezcan nuevas experiencias y que los sorprendan con artículos que realmente mejoren su calidad de vida.
Los teléfonos celulares dejaron de ser un lujo y se convirtieron en dispositivos que forman parte de la vida diaria de los consumidores, por eso las marcas tuvieron que incursionar en nuevos formatos publicitarios para asegurar su permanencia en el mercado.
Si bien, medios como la televisión, la radio y los impresos no desaparecieron en los últimos 10 años, sí perdieron relevancia entre los usuarios. Por eso, las empresas decidieron participar en el negocio digital, principalmente en los dispositivos móviles.
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