Brynne K. es políglota. Habla mandarín, francés y portugués. Además, no es un improvisada en el mundo de los negocios, conoce a fondo el mundo de la banca de inversión.
Pese a ese bagaje cultural, hace cinco años tuvo que aprender un nuevo lenguaje cuando viajó de Reino Unido a California, con la idea de recaudar dinero para fundar su empresa de tecnología. Tanto en Silicon Valley como en San Francisco, los inversionistas utilizaban términos y frases que ella nunca había escuchado en su vida.
Enseguida se puso a estudiar biografías de otros emprendedores del mundo tecnológico, para aprender estos nuevos códigos. ¿El resultado? La graduada de la Universidad de Yale y de la Escuela de Negocios de Londres recaudó US$35 millones para su compañía -MOVE Guides-, una proveedora de software de servicios para traslado de empleados en cualquier lugar del mundo.
«Hay que hablar el lenguaje para poder competir», explicó la emprendedora de 33 años. «Una vez que lo aprendí, fui capaz de relacionarme exitosamente en Silicon Valley, pude recaudar dinero, pude crecer y liderar nuestra empresa… Ahora vivo aquí, y todo me parece normal, pero hace cinco años no lo era», concluye.
El idioma del Valle
Términos como brainstorming -que al español hemos adaptado como «tormenta de ideas»- sonaban un poco lejanas. Kennedy se sintió muy motivada a aprender la jerga, y comenzó por expresiones técnicas como «financiamiento serie A» y «financiamiento serie B» (primera y segunda ronda de negocios para buscar financiamiento). O «relación producto-mercado satisfactoria» (cuando un producto satisface plenamente la demanda existente en el mercado).
Este tipo de términos le parecía más apropiado que expresiones coloridas como «atardecer», utilizadas para describir cuando un producto está desapareciendo del mercado o va a ser descontinuado; o «comerse la comida de tu perro», que quiere decir que el producto va a ser probado antes de ser puesto a la venta al público.
Lo mismo vale para cuestiones más técnicas, como el caso de una API (una interfaz de programación de aplicaciones, por sus siglas en inglés). O estrategias específicas de compañías al estilo startup con fuerte base tecnológica, como el growth hacking; que consiste en usar la creatividad, el pensamiento analítico (que se realiza como parte del proceso del pensamiento crítico), y apoyos como las métricas web y de redes sociales para vender productos y ganar exposición literalmente hackeando el proceso de posicionamiento y crecimiento de la empresa.
Tampoco queda atrás la jerga de Recursos Humanos. Es común escuchar conceptos como Acqui-hiring, una contracción de contratar y adquirir en inglés, que es una estrategia muy agresiva que consiste en hacerse con una empresa sólo para poder acceder a sus trabajadores. Es una forma de conseguir talento y recursos humanos de gran valor. También existe el concepto de BYOD, que se traduce del ingles literalmente como «traer tu propio dispositivo» y significa que los empleados pueden trabajar con sus propios dispositivos tecnológicos.
El Cronista
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