Una situación de despido nos da la oportunidad de reflexionar, que generalmente no hacemos por el trajín de todos los días. La propuesta es: ¿Estaremos en este mundo por casualidad?

• ¿Acaso somos simplemente un accidente de la naturaleza?

• ¿Tendrá algún sentido mi existir?

• ¿Tendré acaso una misión que cumplir?

• ¿Cómo podré justificar mi vida?

• ¿Todos los alimentos que consume un ser humano a lo largo de su vida y el agua que utiliza se podrán justificar con algún fin?

Buscar la razón de su existir y encontrar la respuesta es una grave responsabilidad que cada quien debe encontrar, pues nadie más nos la podrá decir; en nuestro interior y a través del conocimiento debo descubrir mi razón existencial, preguntas que debemos auto formularnos para encontrar la vocación de cada quien.

• ¿Qué es lo que más disfruto realizar?

• ¿Con qué actividad me siento más identificado?

• ¿Quién quiero llegar a ser? ¿Dónde deseo estar?

• ¿Qué me gustaría hacer el resto de mi vida?

• ¿Cuánto deseo ganar para realizar mi ser?

En la obra de la vida no hay papeles malos, hay actores mediocres, no importa la naturaleza de la actividad que elijamos, si la desarrollamos con ética y pasión el triunfo es inevitable. El gran secreto para nunca trabajar es aprender a disfrutar lo que hacemos, entonces la rutina jamás nos alcanzará pues el secreto consiste en hacer de cada actividad ordinaria una experiencia extraordinaria. Así un trabajo tan repetitivo como ser telefonista o preparar la comida todos los días lo podremos convertir en excitante y lleno de retos si nos proponemos hacer de cada día una obra única y singular al intentar hacerlo; con pasión y con alegría alejaremos el fantasma del aburrimiento y el fastidio que causa hacer las cosas por obligación.

Busque todos los días su realización, no solamente resultados. El resultado es únicamente la consecuencia positiva o negativa de un acto; la realización es una obra que trasciende, es la consecuencia de un sueño. El resultado es el fruto, la realización es una forma de vida.

Todos los días tenemos la opción de realizarnos, la realización no es una meta, es el camino. El resultado busca un objetivo; la realización es el proceso, uno es un efecto, la otra es la causa, el proceso es un fragmento, la realización es la obra completa.

Recuerde, la realización es cuando nos utilizamos a fondo, cuando todas nuestras potencialidades han sido aplicadas en su máxima intensidad no importando si ganamos, perdemos o empatamos; estamos ciertos de que en ese momento daremos lo mejor de nosotros mismos, los resultados son la consecuencia de nuestra entrega total y es usual que el resultado nos sea favorable.

Una vida llena de realizaciones es una vida colmada de satisfacciones, ¿cómo puede usted saber con certeza si su vida ha sido valiosa? Elabore una lista de realizaciones, qué ha hecho con gusto, con pasión, con deseo vehemente de hacer lo mejor posible. Le deseo que su lista esté colmada de realizaciones y no solamente la juzgue por los resultados obtenidos.

Rétese todos los días a encontrar la dimensión extraordinaria de lo ordinario y aléjese del síndrome de hacer “lo estrictamente necesario”.

No se limite a cumplir con su tarea en forma normal, sino que hágase el hábito de dar siempre más, ese extra lo hará diferente y le cambiará su porvenir, será candidato al ascenso en su trabajo; dé mucho más de lo que recibe y seguramente que los roles trabajo, pareja, amigos y familia se verán enriquecidos con esta actitud que es el sello que distingue a los triunfadores.

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