La numerosa población, la escasez de tierras arables y el cambio de dieta suscitado por el desarrollo económico empujan a China a intensificar la compra de tierras agrícolas en el extranjero. China concentra una quinta parte de la población mundial pero solamente el 10% de las tierras cultivables disponibles en el mundo. La contaminación endémica, el exceso de fertilizantes químicos, la urbanización y el cambio climático tienden a disminuir la superficie agrícola y su productividad.

Argentina, Chile, Brasil, Mozambique, Nigeria, Zimbabue, Camboya y Laos entre otros países, registran la llegada de inversiones chinas, ya sean estatales o privadas, en campos de cereales, de soja, cultivos de frutas o haciendas de ganado.

Todo eso llevó a un espectacular aumento de las inversiones agrícolas de China en el extranjero, que desde 2010 totalizan u$s94.000 millones, según los organismos estadounidenses Heritage Foundation y American Enterprise Institute.

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