El poder ser exitoso, podría describirse como un proceso de tres pasos: saber identificar un objetivo, decidirse a realizar las acciones necesarias para alcanzarlo, y ser flexible para poder cambiar según las circunstancias, repitiendo este proceso una y otra vez hasta alcanzar el éxito. Lo mismo sucede con nuestras creencias limitantes. Si las mismas no nos sirven para alcanzar nuestros objetivos, sería mejor cambiarlas por otras. Es en este contexto que Anthony Robbins describe las 7 mentiras del éxito como pautas que deberían servir para desafiarnos a nosotros mismos y descubrir si no serán nuestras propias miradas del mundo lo que no estaría contribuyendo a alcanzar nuestras metas.
Podríamos afirmar que la diferencia entre aquellos que logran alcanzar sus objetivos o ser exitosos en contraposición de quienes no lo logran, suelen ser ciertos patrones de conducta. Pero dichos patrones que suelen encontrarse en personas exitosas, no suelen aparecer porque sí o porque es un don especial de ciertos individuos. Más bien diríamos que es el resultado de un sistema de creencias que permiten a estas personas liberar todos sus recursos disponibles para poder alcanzar sus metas. Lo curioso, es que dicho sistema de creencias que conforma la base del éxito de muchos, pasa desapercibido y hasta a veces, resulta difícil de creer que ellas sean ciertas. De allí que Robbins las identifica como las «7 mentiras del éxito». También, algunas de ellas pueden parecernos obvias, puesto que hemos sido formados en una cultura que nos ha transmitido ciertos valores. Pero la realidad es que la mayoría de nosotros no las ha «aprehendido». Es decir, sólo las tenemos presentes como algo que «debería ser», algo que nos repetimos en nuestras conversaciones internas, en ciertos momentos, pero que en realidad no ha llegado al grado de ser una creencia profunda que permita liberar todos nuestros recursos. Allí estriba justamente la diferencia entre los triunfadores y los que no lo son. Podemos por tanto afirmar que resultan ser un factor diferenciador entre aquellos que alcanzan lo que buscan y los que no lo logran. A continuación describimos de que tratan las mismas.
1. Todo ocurre por una razón, y todo puede servirnos
Todos los triunfadores tienen una habilidad increíble para centrarse ante cualquier situación en aquello que es posible y en los resultados que podrían extraer de la experiencia vivida. Por más devoluciones negativas que reciban del entorno, ellos siempre están pensando en posibilidades. Creen que todo ocurre por algún motivo, y que ello les puede servir para acercarse más a su objetivo. Están convencidos que en la aparente adversidad del momento, se esconde el secreto de un beneficio aún mayor que el aparente fracaso. Muchos son capaces de obtener grandes resultados a partir de esta creencia. La clave de ello, es que no se quedan con todo aquello que les ha llevado a no poder alcanzar su meta dejándose invadir por emociones negativas, sinó que por el contrario, sus mentes se centran en buscar los atajos que pueden generarles nuevos caminos para retomar el rumbo al éxito que buscan. Son capaces de transformar los pensamientos negativos en nuevas posibilidades. Aceptan tranquilamente la equivocación en que hayan podido incurrir sin buscar culpables, sin resentimientos. Podríamos poner infinidad de ejemplos en los cuales podríamos confirmar esta creencia: aquel negocio no se pudo concretar. Algunos se sentirán resentidos, buscando a quien poder culpar por la causa de su fracaso. Otros se sentirán resignados, pensando que ya no hay más nada que hacer, aquellos se entregarán a algún vicio o se retirarán a su casa a cultivar su melancolía. Todo esto podría desahogarnos un poco, pero ciertamente no va a resolver el problema. Prácticamente todos los grandes triunfos requieren librarse de este tipo de pensamientos y generar un marco de creencia diferente. El primer paso es darse cuenta acerca de nuestra disposición personal al momento de enfrentar un posible resultado no esperado: confío en que las cosas van a salir bien, o temo que siempre van a salir mal?, Confío en que el esfuerzo tendrá éxito o anticipo los inconvenientes que voy a sufrir?, en una situación, soy capaz de ver las posibilidades, o bien me dejo llevar por los obstáculos que me impiden avanzar? En la medida que tenemos creencias limitantes seremos personas limitadas. La clave consiste en deshacerse de estas limitaciones y operar desde un conjunto de recursos más elevado. Soy un verdadero líder? Si así me considero, es porque soy capaz de ver oportunidades donde otros no lo pueden hacer.
2. No hay fracasos, sólo hay resultados
Todos nosotros en general estamos programados y hemos sido educados para temer aquello que llamamos fracaso. Quien en nuestras organizaciones ve con buenos ojos la posibilidad de fracasar? Esto es así y ciertamente es lógico pensar de esta manera. No obstante, miremos la realidad con mayor detalle: a cualquiera de nosotros seguramente le habrá sucedido que habiendo deseado una cosa, finalmente obtuvo otra. Estudió para aprobar un examen pero le fué mal, intentó cerrar aquella oportunidad de negocio pero fracasó en el intento. Así podríamos seguir la lista de ejemplos. Pues bien, aquellos que han alcanzado el éxito no ven los fracasos como la mayoría de las personas, sinó mas bien reemplazan esta palabra por un «desenlace». Esto es lo que ven los triunfadores: un desenlace producto de las acciones emprendidas. No creen en el fracaso, para ellos no cuenta. Ellos han aprendido que podemos obtener un resultado de un género u otro. No se trata de personas infalibles, por el contrario, saben que si intentan algo y no sale como esperaban, han ganado una experiencia de la cual aprender. Entonces, se ponen a aplicar lo aprendido e intentan otra cosa diferente. No pierden tiempo en lamentaciones y tampoco dan espacio para caer en estados emocionales negativos. Es decir, abren nuevas posibilidades, producen nuevas acciones y obtienen un resultado diferente al anterior. La vida del hombre es un continuo aprendizaje en todas sus aristas desde sus orígenes: tuvo que aprender a caminar, a hablar, a defenderse, etc. Es la única especie que tiene que aprender todo desde el mismo momento que nace, a diferencia de otras. Un caballo, por ejemplo, nace y al poco tiempo camina, sólo para remarcar esta diferencia. la experiencia por tanto, es un rasgo constitutivo de nuestra naturaleza como hombres. Podríamos afirmar que la diferencia entre el hoy el ayer en mi persona podría ser justamente esto: la experiencia. Las personas que temen al fracaso, se hacen representaciones internas por adelantado acerca de lo que podría fallar. Entonces, nunca terminan de emprender las acciones que podrían garantizar el éxito de sus anhelos. No deciden probar para ver que pasa. Pero, no será que somos enemigos del aprendizaje? , que no estamos convencidos que la experiencia es lo que puede realmente enseñarnos algo? Los ganadores, los líderes, comprenden que si intentan algo y el desenlace no es el esperado, provocarán la retroalimentación a efectos de ajustar más sus distinciones acerca de lo que se necesita hacer para producir los resultados deseados. Pero la mayoría no piensa de esta manera: cada error, cada desviación añaden más peso a nuestra carga emocional. Son fracasos, y dan una mala imagen de nosotros.
3. Asumir la responsabilidad, pase lo que pase
Esta es otra característica de los grandes líderes y exitosos: su accionar se basa en la creencia que son ellos mismos quienes mueven sus mundos. «Yo soy el reponsable». «Esto es un asunto mío». No creen en las coincidencias, tienden a creer que más allá de lo que haya ocurrido ellos lo crearon. Si no fué una consecuencia de sus propias acciones, fué por la influencia de sus propios pensamientos. Esto a ciencia cierta no podemos comprobarlo, no obstante a los efectos de generarnos nuevas oportunidades, resulta para nosotros una creencia vigorizante, y por ello preferimos tomarla en cuenta. Por el contrario, si nosotros mismos no nos reconocemos capaces de crear el mundo en el cual nos suceden todas las cosas, tendríamos que reconocer que nos hallamos a merced de las circunstancias que nos rodean todo el tiempo en nuestras vidas. Estamos condenados a ser siempre víctimas de las cosas que nos pasan. Nos gustaría pensar que esto realmente es asi? El poder asumir la responsabilidad, es una de las formas que mejor definen la coherencia y la madurez de la personalidad. Si no creemos en el fracaso y también nos recononcemos como los verdaderos y únicos autores de los desenlaces en nuestra vida, tendremos mucho más para ganar que perder. Dominar la situación, garantiza el éxito.
4. No es necesario entender de todo para servirse de todo
Esta característica es la que podríamos encontrar en cualquier Director General en nuestras organizaciones, más allá de que podamos considerarlo un ejecutivo exitoso en su gestión o no. Muchas personas exitosas, han demostrado que no es necesario saberlo todo acerca de algo antes de poder utilizarlo. Ellos saben cómo detectar y utilizar lo esencial para los fines que persiguen sin abrumarse en los detalles. Este rasgo suele pertenecer a las personas poderosas: poseen un conocimiento práctico suficiente de muchos temas, pero poco dominio de los detalles acerca de las partes que conforman la empresa en la cual acometen. Existe también una correlación interesante con el factor tiempo en este asunto. En nuestras vidas y asuntos del trabajo, hemos tenido la experiencia de que el tiempo es un factor escaso. Siempre falta. Muchas veces tendemos a ser avaros con el tiempo. Y es justamente esto lo que caracteriza también a los triunfadores: saben que su tiempo es precioso y lo deben administrar de forma eficiente. Por esta razón van a lo esencial de los asuntos y dejan de lado todo aquello que los pueda distraer de su objetivo. No pierden tiempo en cosas superfluas. Pero también, siempre son muy conscientes acerca de hasta dónde deben saber de algo y no quedarse en lo superficial, sinó con lo esencial. Y aquí radica la clave: los exitosos tienen la capacidad de saber distinguir que es lo que deben comprender, hasta que grado de detalle y que es lo que no. El triunfo está muy ligado a un cierto equilibrio entre la práctica y el conocimiento. Por ello, los triunfadores no son necesariamente los que tienen más información o más conocimiento sobre algo.
5. Nuestros mayores recursos son los recursos humanos
Los individuos que producen resultados sobresalientes, casi siempre tienen un sentido muy grande del respeto y aprecio a las personas. Poseen el espíritu de equipo, de la unidad y lo que significa buscar objetivos comunes. Podemos encontrar abundante bibliografía acerca de la importancia del trabajo en equipo, la colaboración, y en definitiva en todos los casos llegamos a una conclusión parecida a la siguiente: el camino para triunfar pasa por establecer un equipo que funcione y colabore bien entre sus miembros. Los que triunfan, saben la importancia de respetar a los otros en vez de intentar manipularlos. Son aquellos que son capaces de transmitir de forma eficaz a los demás preguntas del tipo: Como podríamos mejorar esto?, Cómo podríamos hacer para ser más productivos? Son conscientes que una persona aislada, difícilmente pueda equiparar el talento y empuje del trabajo colaborativo en un equipo de personas.
6. El trabajo es un juego
Una de las claves para triunfar es poder encontrar la mezcla justa entre lo que uno hace y lo que a uno le gusta. Como dice el dicho: » El secreto del éxito es convertir la vocación en vacación». Por lo visto, esto parece ser que es lo que hacen los triunfadores. Solemos hablar y conocer acerca de los adictos al trabajo, y las consecuencias nocivas de este tipo de conductas. Pero no hay que dejar de observar los motivos que pueden generar este tipo de comportamientos. Muchas veces, atrás del mismo se esconden otro tipo de problemas no resueltos en otros campos, que no son específicos del trabajo: insatisfacciones personales que vuelcan a la persona a buscar refugio y autosatisfacción en su trabajo. No es este tipo de adicción al trabajo a la que nos estamos refiriendo. Por el contrario, hablamos de personas que encuentran en su trabajo un desafío, una energía vital que los enriquece, y no meramente una forma de escapar de otros asuntos personales. Lo ven como una forma de ver hasta donde pueden llegar, una manera de aprender cosas nuevas. Si somos capaces de encontrar formas creativas de hacer nuestro trabajo, seguramente nos ayudará a progresar en encontrar mejores trabajos. Por el contrario, si pensamos que el trabajo es sólo una mera rutina para generar un ingreso a fin de mes sin buscar un horizonte de posibilidades en lo que hacemos, seguramente terminará siendo sólo eso: una rutina. Quizás, deberíamos preguntarnos si nuestro empleo es realmente así, o por el contrario si hemos nosotros perdido el sentido de nuestro porvenir, si hemos decidido a no hacernos responsables de nuestras acciones, y si hemos optado por creer en el fracaso.
7. No hay éxito verdadero sin una entrega personal
Los individuos que han triunfado, creen en el poder de la dedicación. Podríamos afirmar que si hay una creencia íntimamente ligada al éxito, ésa es la de que no se produce ningún éxito duradero sin un gran compromiso. Basta con observar innumerables casos en cualquier área: el arte, los deportes, etc. Los grandes triunfadores muchas veces no son ni los más brillantes ni los más fuertes ni los más rápidos, pero sí los más perseverantes. Que es lo que los ha distinguido? Su actitud. Podríamos afirmar casi sin duda alguna la fórmula definitiva del éxito: sepa el desenlace que quiere, modele todo aquello que le pueda servir, actúe, desarrolle su agudeza para saber por dónde va, y siga perfeccionándola hasta llegar a dónde pretendía. Lo más importante es que en este proceso los triunfadores son capaces de pagar el precio necesario. Esto, junto a todo lo demás, es lo que los diferencia del montón.
Aparte de las siete creencias anteriores, existen desde luego, muchas otras que también nos pueden ayudar para ser exitosos. Recordemos siempre, que el éxito deja pistas. Por ello, debemos ser cuidadosos observadores y aprender a modelar aquello que han hecho los que han triunfado. Pero que sucede cuando tenemos creencias que no nos ayudan? Pues el hecho de ser conscientes de que efectivamente tenemos estas limitaciones, ya es un primer importante paso para comenzar a cambiar las cosas. Ello nos indica que sabemos lo que queremos. El segundo paso, es volcarnos a la acción para producir el cambio, para de esta forma encontrar el camino que nos conduzca a nuestros objetivos personales y profesionales.
PAUL RODRIGUEZ HEAVEY
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