La inteligencia es una capacidad mental muy general, y uno de los ámbitos de la vida en los que se expresa más y mejor es en las conversaciones que tenemos en tiempo real con amigos, colegas, potenciales clientes… Lo que verbalizamos habla acerca del tipo de persona que somos, y justamente por eso resulta muy importante dominar muy bien las habilidades comunicativas implicadas en esta actividad.
El primer paso para enriquecer el contenido de una conversación es enriquecer los propios conocimientos. Ir ganando referencias culturales sobre artes, política y ciencia, por ejemplo, hace que pocas veces nos quedemos sin saber qué decir, porque incluso si no conocemos bien el tema del que se habla, ganamos la capacidad de realizar preguntas que aporten y que sean significativas para todos los que escuchan.
Y el segundo es la escucha activa: «Escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla.»
Pese a que puede parecer que escuchar activamente es tarea fácil, este tipo de escucha requiere un esfuerzo de nuestras capacidades cognitivas y empáticas. Saber escuchar es muy importante en la comunicación, y aunque no lo parezca, en muchas ocasiones pasamos mucho tiempo pendientes de lo que nosotros pensamos y de lo que nosotros decimos en vez de escuchar activamente al otro.
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