Las contraseñas son siempre un dolor de cabeza, pero todavía hay que convivir con ellas, aunque la huella digital, el reconocimiento por voz y por imagen son las reemplazantes en muchos sistemas.
Por estas razones las recomendaciones siguen siendo útiles para preservar nuestra información.
No incluya palabras completas del diccionario (por ejemplo, mejor H!olZ¡a2 que ¡Holao2!).
No debe asociarse a información personal (nombre del departamento, DNI, teléfono…).
Mejor utilizar reglas nemotécnicas que le ayuden a recordarlas:
Abreviando una frase que recuerde fácilmente. Por ejemplo: “conseguí plata para gastar en 2015” podría convertirse en “cppge=2015”.
Sustituir las vocales por números. Por ejemplo: “Farmacia” podría convertirse en “F4rm4c14”.
No utilice la letra ñ si viaja mucho y no sabe cómo ponerla en teclados no españoles.
No utilice una sucesión lógica de teclas como qwerty o 12345.
Y por último aunque sea fastidioso recuerde de renovarlas al menos cada 6 meses.
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