Para ser líder, se necesita primero llevar las riendas de nuestra vida. Si bien hay momentos de alta exigencia y estrés, para ser buenos líderes debemos considerar tres factores para equilibrar lo personal y lo profesional.

Líderes personalEl estrés, aparentemente, es una de las partes inevitables de la realidad moderna de las organizaciones. Largas jornadas laborales, la presión por rendir y los ajustados plazos pueden afectar tanto la salud mental como física de ejecutivos, directores generales y profesionales.

Es complicado para cualquiera liderar a otros cuando no se tiene el control de su propia vida. Para ser un buen CEO y ocupar un puesto ejecutivo de alta exposición a pesar de las altas presiones y picos de exigencia, los invitamos a considerar tres factores para afrontar un proceso de equilibrio sin renunciar a su rol profesional:

1) Entender que no se puede ser La Mujer Maravilla ni Superman.

Salud mentalNo importa cuán excepcionales sean las condiciones que se estén ejerciendo, las cualidades humanas deben prevalecer y ser muy importantes en la vida de uno. El no hacerlo podría llevar a cometer errores muy costosos como perder la familia, la pareja, la relación con los hijos e incluso la salud. Al final, terminar con una carrera muy famosa y exitosa, llena de dinero pero sin los afectos, se va a perder el sentido de la vida y el trabajo duro habrá sido en vano.

Lo podemos practicar mediante el desarrollo personal más que con el desarrollo profesional. Puedes desarrollarte a través de un hobby, actividad física, mindfulness, meditación, hacer terapia o tutoría empresarial, asistir a talleres y hacer experiencias que pueden ser desafiantes e incómodas para uno. Comenzar a construir una mejor calidad de vida aprendiendo y practicando cómo delegar y decir “no” de manera efectiva en su trabajo diario. También es importante hacer chequeos médicos regularmente, cuidar nuestras horas de sueño, las comidas, y darle tiempo a nuestra familia y afectos.

2) Rodearnos de gente que es mejor que nosotros.

Un gran maestro y mentor llamado John Maxwell, considerado una referencia máxima en el mundo empresarial, comparte los secretos más importantes de un buen liderazgo, incluyendo la astucia de rodearse de personas que no solo tienen conocimientos técnicos, sino que son los mejores expertos en su campo de experiencia.

Cuando se está rodeado de personas mejores que uno, se logra un mejor equilibrio entre el propio enfoque, estrategia, preocupaciones y gestión cotidiana. Este equipo de élite siempre lo estará acompañando y va a conformar un equipo de consultores altamente calificados que lo ayudarán a definir diferentes temas, brindándole una perspectiva más clara.

3) Aceptar ser vulnerables, el decir “no sé” y practicar la escucha.

Para los grandes líderes que tienen decenas o miles de puestos de trabajo a cargo, a veces puede ser difícil aceptar la realidad. Muchos provienen de campos “duros” como la tecnología, finanzas, e ingeniería, y pueden tener un largo camino por recorrer en términos de habilidades blandas.

Conocerse, apreciarse y conocer las propias fortalezas y debilidades va a permitir tener una conexión con la vulnerabilidad de uno. A la hora de sentirse vulnerable en determinadas situaciones, los rasgos profundamente humanos lo convierten en una persona cercana, empática y sensible con uno mismo y con los demás.

Otro aspecto importante es practicar escuchar el 80% del tiempo y hablar el 20% del tiempo. Con esta sencilla herramienta, los grandes líderes se vuelven más agudos y más profundos. Además, habrá menos prisas al procesar información y tomar decisiones delicadas y, al mismo tiempo, obtendrá una mejor comprensión de lo que está sucediendo de una manera más segura.

Otro factor es aprender a decir “no sé”. Nadie sabe todo. Es muy probable que se tenga un amplio conocimiento de la industria, pero no absolutamente de todo, y más a la velocidad del mundo actual. Esta profunda honestidad expresada en lo que más técnicamente se denomina “competencia consciente”, donde uno se da cuenta de que no sabe y lo expresa sin dudarlo, no va a disminuir el profesionalismo ni afectar la capacidad de liderazgo. Al contrario: abre la puerta para que se pueda pedir ayuda, y al pedirla, obtenerla. Y se declara la voluntad de aprender constantemente.

Al final, a muchos del mundo laboral les han enseñado que para cambiar cualquier aspecto de la vida, se necesita eliminar todas las debilidades: ¡qué trabajo! Literalmente quita vida.

Trayendo de vuelta a John Maxwell, él recomienda esta fórmula que es una revelación absoluta: “Si quieres mejorar, dedica el 85% de tu tiempo a mejorar las cosas que ya haces bien. Un 10% de tu tiempo lo dedicas a aprender cosas nuevas para mejorar ese 85%, y sólo un 5% a pulir debilidades”.

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