El tema de la capacitación del personal no es tratado ni admitido de la misma manera ni con el mismo entusiasmo por todas las empresas. A groso modo –y no necesariamente se relaciona con las categorías PYME o las grandes empresas- hay tres actitudes tomadas respecto de este tema:
1) Las ya habituadas a la capacitación constante –interna y/o externa–.
2) Las que se están “atreviendo” a invitar facilitadores para introducir nuevos temas.
3) Las que todavía se resisten.
En el primer caso, la capacitación genera inquietudes permanentemente en la gente que es beneficiada por esta decisión, y suelen emerger talentos dentro de las corporaciones, los que, incluso, no esperan a que la empresa los capacite. Además, buscan afuera para invertir en conocimiento, pues han descubierto ya de qué manera esta decisión les facilita las distintas gestiones.
En segundo lugar están las que se inician. Suele percibirse en estos casos un clima de entusiasmo entre los asistentes a las reuniones, y hasta se presta atención a la selección de los afortunados que serán afectados por tal beneficio, porque dependiendo del tema, no alcanzará a todos los niveles o sectores de la organización. Por este hecho muchos lo han tomado como un modo de motivar a la gente aunque, lógicamente, no debe ser el único. Y desde la perspectiva del capacitador, puedo contarles que en varios casos vivenciados “in-company”, todo el esfuerzo que supone la organización de un evento exclusivo para las personas de la empresa no siempre se ve reflejado en el ánimo de los que fueron invitados.
En otras palabras, parecen más entusiasmados los gerentes de Recursos Humanos y Directivos que contratan al disertante que la gente para la que fue organizada la actividad. Asisten preguntando con gesto apesadumbrado cuánto durará el encuentro, si pueden tener o no sus celulares encendidos, o si eventualmente podrían retirarse en caso de ser necesitados por quienes trabajan con ellos fuera de ese recinto (como un modo, quizás, de hallar una rápida salida si la exposición no es del todo de su agrado). De más está decir que esto no es precisamente un incentivo para quien ha ido a desarrollar su tema. Sin embargo, no es intencional. Es sólo un aspecto más de la organización del evento a tener en cuenta: las personas no siempre apreciarán la actividad a menos que se los convoque debidamente.
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