Referidos al conocimiento y al desarrollo profesional, son muchos los postulados que suenan (buzzwords) en las empresas; pero algunos lo hacen desde hace más de 15 años y están estrechamente relacionados con la emergente economía y los nuevos perfiles de los trabajadores del saber.
Podemos hablar de movimientos, e incluso destacar cuatro de ellos especialmente significativos. Hagamos una lista, a la que el lector puede añadir elementos:
•El aprendizaje y desarrollo permanente (lifelong learning movement).
•La destreza informacional (information literacy movement).
•El pensamiento crítico (critical thinking movement).
•La innovación (innovation movement).
•El desarrollo de las organizaciones (organizational learning movement).
•Las nuevas relaciones jerárquicas (empowerment movement).
•La gestión por competencias (competency movement).
•La psicología positiva (positive psychology movement).
•La calidad de vida en el trabajo (quality of worklife movement).
•La gestión del conocimiento (knowledge management movement).
•La inteligencia emocional (emotional intelligence movement).
•Las historias aleccionadoras (storytelling movement).
La toma de conciencia del potencial de los seres humanos había hecho emerger, llegado el panorama finisecular, estas y otras corrientes a las que se ha venido prestando desigual atención. No quedaba duda de la importancia de las personas en el aseguramiento de la prosperidad de las organizaciones, aunque los esfuerzos de desarrollo parecían seguir apuntando al personal directivo. Hoy, entrado el siglo XXI, hay que enfocar mejor la figura del nuevo trabajador del conocimiento, e impulsar su perfil de aprendedor permanente e innovador.
Entre otros postulados que suenan, el lector aceptará la solidez de los aquí recogidos, y su convergencia en los nuevos perfiles necesarios para trabajadores y directivos. Aceptando solapes en estos doce movimientos citados, querría destacar cuatro fundamentales en la economía emergente; son los que había situado en primer lugar, y hemos de evitar desvirtuarlos:
•el aprendizaje permanente;
•la destreza informacional;
•el pensamiento crítico, y
•la innovación.
Una aclaración: podemos observar prevenidos al crítico o al escéptico, si exhibe cierta compulsión o contumacia; pero, por el contrario y en las empresas del saber, hemos de catalizar la presencia del pensador crítico autocontrolado, tanto si es directivo como si es trabajador. Ahora ya, para subrayar la importancia de estos cuatro movimientos, podemos recordar aquí algunas cardinales características de la economía del siglo XXI. Veamos:
•La información pasa de haber sido, en el pasado, un instrumento de control, a constituir una materia prima esencial y cotidiana en la empresa.
•El valor de la empresa se basa, más que en tangibles, en intangibles como el know how o las relaciones que cultiva en el mercado.
•La empresa, a la que se demanda responsabilidad social, ha de contribuir al bienestar de la sociedad, bajo el principio de ganar-ganar.
•El conocimiento intuitivo también cuenta, si es genuino y se concilia con el tácito y explícito.
•La relación con los clientes se caracteriza por la interactividad y aún la complejidad.
•La tradicional autoridad jerárquica parece abrir paso, progresivamente, al creciente peso del saber.
•La mejora y la innovación constituyen una exigencia permanente, y han de estar presentes en la actividad cotidiana y la cultura organizacional.
•Las personas pasan de ser un pasivo, a componer el activo fundamental: el trabajador experto resulta clave.
•El aprendizaje permanente incluye iniciativas independientes o autodirigidas de los individuos, al margen de la orquestación formal de cursos.
De todo esto hay mucho más que decir, pero yo deseaba señalar la necesidad de contribuir a impulsar la figura del trabajador del conocimiento que nos describiera Peter Drucker.
José Enebral Fernández – Expansión
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