EL ‘CASUAL DAY’ Y ESTRATEGIAS PARA BUSCAR EL MEJOR LUGAR DE TRABAJO

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El casual day coincide generalmente con el viernes, es un día en donde todos los trabajadores de un establecimiento pueden vestir con ropa informal o casual, como un modo de liberación de las ataduras de la formalidad.

Europa y los Estados Unidos compiten sobre las formas de flexibilizar el ambiente de trabajo con el fin de mejorar el lugar, las condiciones, las relaciones, y contribuir a que el lugar de trabajo sea amigable y pueda evaluarse cotidianamente como un ámbito de confort.

En el ámbito de la psicología, la zona de confort es un estado de comportamiento en el cual la persona opera en una condición de «ansiedad neutral», utilizando una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo, que se asocia a aquellos lugares físicos o psicológicos donde nuestra mente goza de la sensación de seguridad, comodidad y protección, (White 2009).

De la permisividad incondicionada, se pasó a reglamentar el «casual day» para evitar extravagancias, atuendos que resulten incompatibles con los principios o imagen de la empresa, y algunos que pueden ser considerados inapropiados como el uso de bermudas ojotas o musculosas, o remeras con consignas políticas raciales o religiosas.

Las raíces tropicales de Casual Friday se remontan al menos a 1947 en Hawaii, cuando la ciudad de Honolulu permitió a los trabajadores a usar la camisa Aloha parte del año. Los términos «Aloha Viernes» data de la década de 1960, cuando las camisas fueron usadas los viernes en lugar de ropa de trabajo normal, que por entonces era el traje con camisa y corbata para los hombres, y vestidos formales para las mujeres.

Lo más positivo del casual day, no fue solo esta suerte de liberación de ciertas ataduras que brinda un día por semana, sino que dio lugar a otras medidas que han generado mejor clima de trabajo con un alto grado de aceptación general.

En efecto, siguiendo esta tendencia, las empresas han creado una batería de recursos que combinan la polivalencia funcional y la multiprofesionalidad de los trabajadores, con un clima distendido. Entre ellos se abandonó la pausa para desayuno merienda o vianda, y el trabajador puede acceder a un bar o breackfast, y se liberó el tiempo de para acceder a tomar infusiones café y sandwichs o galletitas, con la sola limitación de la responsabilidad del jefe de equipo y sus integrantes de hacer un uso racional de estas nuevas pausas informales de trabajo.

Nadie cuestiona que estos lapsos están incluidos dentro de la jornada remunerada.

El free bar se combina en algunas compañías con espacios llamados livings donde hay butacas o sillones para que se reúnan informalmente los que están en los intervalos o pausas.

La aparición de áreas de esparcimiento es la última novedad, donde se instalan mesas de billar, mesas de juegos tradicionales como damas o ajedrez, y juegos electrónicos de diversa índole, junto con una barra con cafetería y bebidas sanas.

En estos espacios se promueve la camaradería en lo que hace a las relaciones personales, y se defienden los principios básicos de protección del medio ambiente.

En los edificios de oficinas con disponibilidad para ello, se han instalado gimnasios con aparatos tradicionales para correr, escalar, bicicleta fija, algunos aparatos de fuerza, con duchas vestuarios, y en algunos casos, con sauna o baño turco. En otros, se entrega a los dependientes la membrecía sin cargo de gimnasios cercanos a la empresa.

En edificios que cuentan con espacios verdes, tenemos cafetería y lugar para desayuno merienda o vianda al aire libre, junto a espacios para hacer gimnasia, barras paralelas, aparatos de fuerza, y a veces, cancha de tenis, de futbol o de básquet.

En algunos países como Japón, se ha comenzado con una práctica pueblerina, como es la de dormir la siesta, a cuyos fines se han diseñado dormis mediante el empleo de las llamadas cápsulas, que son habitáculos donde la persona se puede acostar confortablemente solo para dormir, y se alquilan por el tiempo de uso.

Otro servicio muy apreciado, sobre todo entre el personal femenino, es el de las sesiones de yoga con un instructor contratado por la empresa, y el servicio de masajes anti-estrés con masajistas a cargo de la empleadora, complementados en algunos casos con meditación trascendental, ejercicios de respiración y de relajación, y mecanismos nemotécnicos para combatir picos de estrés.

Curiosamente, muchas entidades sindicales cuestionan estas medidas y sostienen que debe concentrarse la inversión en salarios y beneficios de contenido económico para el tra- bajador.

A la vez rescatan como un servicio de la obra social algunas de las actividades que hoy brindan las empresas con singular éxito, y con un alto grado de reconocimiento por parte de los trabajadores.

Parece que el confort y la distensión son demandas efectivas de las nuevas generaciones que aprecian en sus mayores y en sus pares un deseo real de luchar contra las nuevas patologías psicosomáticas que afectan la calidad de vida y la salud del trabajador.

Julián A. de Diego

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