El ser despedido es una situación que enfrenta a las personas a emociones muy fuertes. Las saca de una situación de confort, ya sea de forma inesperada o no.
Y aunque muchas veces se reniegue del trabajo, se suele no estar preparado para cortar el vínculo y que otro profesional asuma ese puesto. El impacto es económico y emocional.
Cuando una persona es despedida, ya se trate de la primera vez o varias a lo largo de su historia laboral, reacciona frente a la situación de múltiples maneras. Todo se basa en cómo enfrenta esa adversidad.
Muchos pueden sentir una sensación de fracaso, sobre todo en una cultura que esta sesgada por el éxito.
No es lo mismo ser despedido cuando se está en el inicio de la carrera que cuando el profesional ocupa un puesto de liderazgo. A medida que más alto está en una organización, más complejo se vuelve el tema, y especialmente la comunicación. El status que ha alcanzado en la organización, en el mercado y en sus relaciones personales, implican pensar muy bien qué decir.
A veces las organizaciones acceden a un mensaje consensuado para la comunicación para amortiguar así el impacto a la persona, ya sea por decisión de la empresa o porque el profesional que será despedido lo solicita para que no quede una imagen negativa de su salida de la organización. Aunque este tipo de acuerdos suelen ser reprochados en el radio pasillo, debido a que eventualmente llegan a conocerse de manera informal las verdaderas razones de salida.
Se suele escuchar «queremos dejar una imagen de éxito» y la realidad es que, como ya lo mencionaba Churchill en una frase muy conocida: «El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse».
Por lo general en las organizaciones se saben los motivos del despido de una persona, y cuando se quiere aclarar, se oscurece. Por lo que hay que transmitir un mensaje clave, coherente y unificado, en el que, dentro de lo posible, ambas partes se sientan contenidas.
Ahora bien, superada la etapa de los anuncios y una vez que la persona sale de la organización, debe continuar con su carrera profesional.
Lo que todos quieren saber es qué decir en las entrevistas de reinserción. Aquí he escuchado profesionales que con un discurso bien armado y estructurado, suelen desmoronarse rápida o lentamente durante la charla, porque sobre un engaño no hay duelo, entonces afloran sentimientos no resueltos.
Por ello no hay nada mejor que tomar la frase de Churchill y hacer un buen balance de la situación; al final del camino, los fracasos reconocidos, masticados y digeridos no son más que las oportunidades que brinda el proceso de aprendizaje.
Es importante hacer un buen balance de la salida, haciendo el duelo que corresponde, buscando los aciertos y los errores de ambas partes. Tomar el error como pedagógico, es decir aprender de los mismos. Cerrar la puerta a los reproches y dar lugar a las oportunidades.
Si aún la puerta no está cerrada y hay temas pendientes emocionales, hay que trabajarlos solo o con ayuda. Realmente con un buen balance de lo pasado y un plan de acción se puede enfrentar una reinserción exitosa.
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