El impacto de la tecnología y la evolución en la gestión, al igual que la distribución de las tareas, han marcado también cambios en las conductas de aquellos que son el pilar de las empresas: los trabajadores. Sus tiempos, los espacios laborales, el uso de la información, la forma de trabajo, entre otras, han tenido un impacto en los últimos años.
Vemos entonces las siguientes características:
. «Enfocado en procesos» a «enfocado en resultados»:
Antes el foco principal era establecer prioridades al proceso, y es que este es muy importante que le otorgaba un plus para la compañía. Ahora, lo principal es enfocarse en los resultados que se obtienen, sin dejar de lado por supuesto el proceso correspondiente.
«Usar el equipo de la compañía» a «uso de cualquier equipo»:
Ir a trabajar y llegar a tu puesto de trabajo, utilizar los equipos de la compañia era parte de lo cotidiano. Esto está cambiando en las empresas.
Si nos basamos en resultados, «que la información, accesos, credenciales están en la nube, no importa el equipo, importa quién accede, cómo accede y qué funciones y acciones realiza en este. El diferencial es el factor humano, el talento que está detrás del equipo sea donde sea que esté».
«Trabaja de 9 a 5» a «horario flexible»:
Estar en una oficina determinadas horas implica que una persona asista a un puesto de trabajo con determinado horario y realice funciones de forma organizada. El tema del «horario flexible» debe estar bien determinado con respecto a las funciones del puesto con una determinada estructura, ya que existe una posibilidad que «esta ventaja» se transforme en un dolor de cabeza. Eso sí, «no confundir ‘horario flexible’ con ‘trabajo más desde casa’, esto es algo que debe organizarse bien».
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