Por conducta humana se entienden muchas cosas: entre ellas, la lucha por la vida, que sostiene un recién nacido prematuro en una incubadora; el aprendizaje que hace un príncipe joven para actuar luego como monarca; el artista; el portero; el matemático; el maestro cuando aplican sus destrezas en las tareas habituales que deben realizar.
Podemos decir que la conducta humana se conoce bien, pero se comprende poco.
De alguna manera todos nos interesamos por la conducta y creemos saber bastante de ella y a menudo con cierta razón.
Por vivir en un mundo de personas, siempre aprendemos algo de ellas, acerca de cómo son y de cómo actúan.
Todo lo antedicho es importante, pues las personas al escribir transportan estas características y vivencias a un papel y en sus espacios llenos y blancos dejan huellas de su propia personalidad.
La Psicología y la Grafología, son ciencias de la conducta. Abarcan un campo amplio y utilizan muchos métodos diferentes para estudiar la conducta de las personas.
A través de la Grafología, se determinan conductas evidentes, que demuestran las acciones claras y observables, pero hay otras formas de conducta que por lo general escapan a la visión externa y que llamamos conducta implícita.
Son respuestas y reacciones de un organismo vivo a su medio.
Son adaptaciones que realiza una persona a las condiciones y cambios del mundo que lo rodea.
Si observamos a una persona, podemos comprender, sin necesidad de conocer su idioma, si está alegre o triste, si se comunica de forma amigable o si discute en de forma apasionada, mostrando de esta forma que los deseos, tendencias y las necesidades se plasman en los gestos que realizamos y sin lugar a dudas con mayor autenticidad en nuestros gestos gráficos.
Siempre quedarán huellas invariables que dejan al descubierto nuestra personalidad.
Debemos decir que los primeros intentos de relacionar la escritura de una persona con las características de su carácter provienen de la antigüedad.
En China, en el año 1060 – 1110 A .de Cristo, un estudioso, llamado Kuo-Jo-Hsu, sostenía ya esta conexión al afirmar que la palabra escrita, muestra de una forma indefectible si quien escribe procede de una mente noble o de una persona vulgar.
Asimismo se dice que Nerón, por medio de sus colaboradores más directos, trataba de descubrir a través de la escritura, quienes le eran fieles y en quienes no podía confiar.
Pero será mucho más tarde cuando aparece el primer tratado sobre Grafología, en el año 1622, en Italia, escrito por Camilo Baldo, que también fue médico y filósofo.
La Grafología ha llegado a ser un test tan eficaz en la exploración del carácter, que sin lugar a dudas puede utilizarse en todos los casos en los que sea necesario el conocimiento profundo del carácter.
Es muy importante tener en cuenta que la Grafología, además del dominio de la técnica y de los conocimientos profundos sobre la materia, exige en la aplicación práctica una alta interpretación correcta y objetiva de la materia, al margen del talento que debe tener el profesional que la desarrolla.
Un elevado número de grafólogos encuentra serias dificultades, a pesar de conocer las leyes y fundamentos y se han sentido muy complicados de realizar estudios de personalidad, lo que en muchos casos los han hecho desistir.
Los Grafólogos deben someter su propia voluntad a un ritmo adecuado a la complejidad del estudio.
Para finalizar es importante dejar la puerta abierta a comentarios y críticas sobre el contenido de lo que se va escribiendo en cada artículo, con la seguridad de que han de ser aceptados como prueba de interés de la técnica grafológica.
El reconocimiento de los criterios de los demás constituye el mejor elemento para continuar progresando e investigando en esta ciencia tan compleja y apasionante.
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