La proactividad es casi un requisito que nos impone la velocidad del cambio del siglo XXI. La toma de decisiones, el aprendizaje, las nuevas tecnologías nos señalan el futuro y para afrontarlo tenemos las herramientas del autoconocimiento, como punto de partida, la persuasión y el pensamiento a futuro.
La proactividad implica autoconocimiento. Ser proactivo no supone ser activo “a ciegas”, sino preocuparse también por mirar hacia uno mismo y conocer las limitaciones y capacidades de las que se dispone. ¿Cuáles son las cualidades que me hacen diferente? ¿En qué podría mejorar? ¿Cuáles son mis debilidades a nivel personal o profesional? Este es el tipo de preguntas que se hace una persona proactiva y que le ayudan a conocerse mejor, a saber ubicarse y a tener una mayor confianza en sus posibilidades.
Poca gente es capaz de resistirse al atractivo de una persona proactiva. Su autoconfianza, su autocontrol y su capacidad para mostrar respeto por las ideas de los demás, hará que sus opiniones siempre sean tenidas en cuenta.
Es otra cualidad muy específica de las personas proactivas. La mayoría de las personas suelen centrarse en sus tareas inmediatas, sin prestar demasiada atención a la evolución de las cosas a medio y largo plazo. Una persona proactiva, por el contrario, intenta anticiparse a las necesidades y problemas futuros: conoce el poder de la planificación. Por todo ello, la proactividad es una cualidad muy buscada para los puestos de liderazgo.
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