«El prestigio es duradero y puede acompañarte durante toda la vida; la fama, pasajera y muchas veces, irrelevante, ya que, así como llega, se va si no la consolidas con un prestigio y apoyada en un cierto talento específico»
Desde la niñez en la familia y en la escuela -no todos lamentablemente- comenzamos a escuchar las palabras que nos formarán en la vida. En esta nota hablamos de la frontalidad en nuestra conducta, de la confianza, de la unicidad en la persona tanto en su vida como en la profesión, del aprendizaje de nuestros errores, de la consistencia en nuestras acciones.
Una creencia generalizada es que para construir prestigio hay que inventarse un personaje: nada más alejado de la realidad. Lo que te ayudará a construirlo como una fortaleza para que juegue a tu favor es ser tú mismo, sin dobleces.
La espontaneidad, frontalidad, claridad y la coherencia entre quien eres y quien la gente percibe es lo que traerá el resultado de éxito.
Un rasgo común de las personas con prestigio profesional es que son confiables, y esto se basa en una alta responsabilidad sobre sí mismos y todo lo que se comprometen a hacer. Necesitas ser impecable con tus procesos, horarios, cumplimiento de tareas, y cada una de las cosas que encamines. Sin esto, no habrá prestigio posible.
Consolidar tu prestigio lleva tiempo casi completo en tu vida. Sin descuidar tu espacio personal, tendrás décadas de inversión en ti, en este proceso que no sabrás bien hacia donde te lleva. Sin embargo, sé perspicaz y detecta las señales que irán apareciendo progresivamente. El prestigio no se construye de la noche a la mañana, por lo que necesitarás trabajar duro y sobreponerte a los desafíos.
Las personas prestigiosas mantienen una coherencia entre su vida personal y su desempeño de carrera. Cualquier cosa en la que cometas errores graves en alguno de esos dos planos de tu existencia harán peligrar al otro; por lo que es importante estar atento a cada paso que das y chequear siempre que contribuya al objetivo que tienes.
Un rasgo que distingue a los prestigiosos es estar enfocados en las fortalezas propias, y aceptar los errores como parte del proceso. Es muy loable pedir disculpas y subsanar cada error que se cometa. A la vez, los prestigiosos evitan los chismes y hablar mal de los demás: saben que eso vuelve multiplicado. Frente a la crítica, son pacientes y suelen dejarlas pasar, ya que entienden que son parte del precio a pagar por alcanzar espacios de prestigio.
La estrategia es un juego, como el ajedrez, que marca un camino inteligente y asertivo para alcanzar lo que anhelas. Si lo haces a consciencia, llegará un momento en que podrás disfrutar de tu prestigio profesional, y no será necesario hacer tantas cosas para alcanzar un nivel satisfactorio en distintos aspectos. Aprenderás a elegir con mayor sabiduría; disfrutarás del camino transitado; seguirás evolucionando y acomodándote a los nuevos tiempos, adaptando tu estrategia profesional a lo nuevo.
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