En América Latina, 99 % de las empresas son Pymes, y generan 83 % de los empleos de la región; sin embargo, solo contribuyen 30 % del PIB, y solo llegan a alcanzar 3.6% de la productividad de las grandes empresas. En la región ha faltado visión para implementar políticas de largo plazo que logren mejorar el ambiente competitivo, como refleja la evolución de las economías en relación a la competitividad.
Recientemente, el Foro Económico Mundial (WEF) publicó el Índice de Competitividad Global para 137 países. A través del análisis de diferentes variables, examina de manera relativa la capacidad competitiva de cada país y, por ende, el ambiente que enfrentan las empresas, como observamos en la gráfica. Entre más alejados del eje, mejor calificación.
Chile es el país mejor posicionado de la región y ocupa el lugar 33 en el índice general; sin embargo, ha perdido siete posiciones desde 2007.
Por su parte, México ocupa el lugar 51; si bien las reformas emprendidas desde 2014 le han hecho avanzar 10 posiciones, continúa muy débil en instituciones, factor considerado requerimiento básico para la competitividad.
La posición relativa a otros países no ha mejorado significativamente en la última década.
“Esto ha limitado la capacidad de crecimiento y permanencia de las Pymes en la región. Un compromiso de largo plazo para incentivar la competitividad sería un aliciente para atraer inversión y para la generación y crecimiento de nuevas empresas”, indica la especialista.
En particular, la educación, capacitación y desarrollo de habilidades para la innovación y la mejora de las prácticas productivas, gerenciales y administrativas es una tarea que debe ser impulsada desde los centros educativos en coordinación con las empresas mediante un gran esfuerzo integral.
Lee Hecht Harrison conecta individuos con oportunidades de carrera sustentables, mejorando la calidad de vida en su comunidad. Haga click aquí para más información.