MEJOR PREVENIR QUE CURAR

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Si tal como dice el refrán del título, el principal riesgo es que en las redes es muy fácil perder el control de la información. “Una vez que lanzas una frase o compartes un contenido quedas a expensas de la interpretación de alguien, aunque no te conozca. Por lo tanto, tendrá una imagen tuya basada en los datos que envías”.

Hay redes que son más personales, como Facebook, y otras más profesionales, como LinkedIn. En esos casos, la frontera está clara. El problema se da en plataformas mixtas como Twitter o Instagram. Para hacer un buen uso de estos portales, se debe distinguir lo profesional, lo personal y lo privado. Lo profesional se refiere a todo aquello que está relacionado con el ámbito laboral. Lo personal engloba aspectos como los intereses o chistes, que nos permiten sintonizar con los seguidores. Por último, lo privado hace referencia a temas como las relaciones sentimentales u opiniones poco razonadas, y que es aconsejable que no salgan del entorno más cercano.

De la misma manera que debes prestar atención a qué aspectos de tu día a día publicas, también tienes que evitar caer en el error de transmitir sólo mensajes vinculados con tu trabajo. Podrías llegar a cansar a tus seguidores. La fórmula del 80/20 suele funcionar, es decir, que el 80% del contenido sea de temas profesionales, y el 20% contenga intereses personales.

Estar en las redes sociales implica unos riesgos, pero eso no significa que sea mejor no participar en ellas. Al contrario. Ahora la excesiva discreción genera duda. Si uno no está en estas plataformas, es posible que al introducir su nombre en los buscadores aparezca material que no tenga que nada que ver con él. Es mejor tomar las riendas y que sea uno mismo el que gestione su perfil para construirse una marca propia.

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