Diversos especialistas en productividad concuerdan en que el desorden tanto mental como en el espacio físico donde se trabaja, puede afectar el desempeño en nuestra productividad y en los equipos de trabajo.
Se pueden encontrar muchos estudios que muestran las prácticas efectivas que aumentan la productividad de manera sustancial, como también hay otras que la dificultan. Estos estudios se encuentran bajo algo que llamamos “la ciencia de la productividad”.
Los principales interesados en esta ciencia son empresarios, líderes de equipos y directivos. Todos estos siempre están interesados en nuevas formas de aumentar la productividad, y poder hacer más en menos tiempo, o aprovechar el tiempo de mejor manera en las distintas labores empresariales.
Uno de los activos más importantes para la productividad viene señalado desde el campo psicológico. Investigadores detectaron un factor que se destaca del resto como un atentado a la productividad: el desorden. Tanto mental, como del entorno.
En 2011, un estudio realizado por el Instituto de Neurociencia de la Universidad de Princeton muestra los resultados en torno a tener una vida desordenada u organizada.
Los investigadores descubrieron mayor dificultad en la productividad cuando las personas tenían muchas cosas a la vista. Esto resulta en bajos niveles de productividad y en más desorden. En resumen, el desorden causaba una disminución en el poder de procesamiento del cerebro y una pérdida en la concentración, aunque las personas estuvieran acostumbradas a trabajar en áreas desordenadas.
Esto se refiere a los lugares de trabajo que tienen la computadora rodeada de elementos varios, como lapiceras, papeles, comida, tazas de café, blocs de notas, etc. Estos hacen que el cerebro trabaje más para concentrarse, y no distraerse con todos los objetos que se encuentran en el campo visual. Es decir, un escritorio sin ordenar va en detrimento de ser productivos ya que nos quita la concentración.
Pero no sólo el desorden exterior afecta nuestra productividad. Muchas veces el desorden se encuentra en nuestra cabeza. Las listas, los problemas y la información pueden ocupar nuestra atención inútilmente y reducir nuestra productividad. June Saruwatari es una especialista en organización y productividad, y ella explica que el desorden de la mente puede ser tan malo como el físico. Incluso cuando se trata de guardar el desorden físico, esto no conduce a nada. Si todo se guarda en un armario y se cierra la puerta, eso aún esta ahí. Se debe encontrar la causa del mismo y no tratar de ocultarlo.
Ella sugiere que todos los días a la mañana se cree una lista de tareas con las prioridades. Después, cuando termina el día, dedicarle un momento de reorganización de lo que no se hizo. Es imposible hacer todo, pero es importante que todo esté en su contenedor mental.
Becky McCray es otra experta del rubro, que asegura que incluso la manera de vestirse tiene un impacto en la productividad. Si uno se viste de manera profesional, se logrará completar mayor cantidad de trabajo. ¿La razón? La persona se siente diferente, se siente más profesional. Incluso los zapatos pueden marcar la diferencia.
La ciencia psicológica aplicada a la productividad nos ayuda a entender que el cerebro se puede condicionar a adquirir mayor concentración y aprovechar mejor el tiempo para ser más productivos. Entonces, ya sea mental o físico o ambos, la manera en que cada persona se prepara para encarar su día va a determinar su productividad.
En conclusión, tomarse unos minutos de más para organizar la mente y el espacio físico donde se va a trabajar va a permitir recuperar esos minutos e incluso superarlos, cuando esto se vea reflejado en los resultados obtenidos gracias a que somos más productivos.
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