Alguien dijo, que la experiencia sirve sólo, para cometer nuevos errores en vez de los viejos, algo habrá de todo eso, cuando llegamos a la cincuentena y nos damos cuenta de que todo lo que sabíamos hasta ahora, no nos sirve de casi nada.
Mas de uno recordará el «q.w.e.r.t» con los cuatros dedos izquierdos y aquello de las 250 pulsaciones-no de corazón-por minuto, la regla de cálculo, el papel carbón… hasta el tippex salvador, se han pasado de moda, porque hoy se trabaja de otra forma, mejor dicho con otras herramientas y distinta mentalidad. Afortunadamente, cuando llevas más de 30 años trabajando, has aprendido como mínimo, lo que no debes hacer, ya que todo el conocimiento, que es la experiencia que realmente nos pertenece, todo eso, debería servirnos para entender lo demás. Por mucho que evolucionen los tiempos, las máquinas y casi todas tecnologías que dan algún beneficio, sólo esas ¿está claro? por eso – siguen muchas enfermedades guerras y, hambre- las empresas siguen dependiendo de las personas y éstas de su actitud frente al trabajo, porque lo cierto es que, todo lo demás puede aprenderse.
Formarse sigue siendo el camino para adaptar, darnos forma, adquirir nuevas habilidades o incluso transformarlas, para poder dominar determinada materia, naturalmente, casi nunca se aprende en el aula, sino aplicando psicomotricidad y práctica, probando y ensayando, eso es parte del aprendizaje. No quiero caer en el tópico, de afirmar que la vida, es un aprendizaje continuo, porque se me ocurre algo más radical, que definiría así, cuando la tecnología avanza más rápido de lo que puedes controlar, o te adaptas, o el propio sistema te expulsa. Lo que nos ocurre es imparable, Internet, flexibilización, network ,teleofimática, virtualidad y además, todo eso ocurre al mismo tiempo y traducido en lenguaje laboral, quiere decir que, se necesitan personas aptas para comunicarse en red, integrarse en equipos de proyectos, usuarios de recursos digitales, abiertos de mente, flexibles, adaptables yfalta una…y que además, se lleven bien entre ellos.
La ventaja que tenemos los que llevamos años en eso y lo sufrimos, es que sabemos perfectamente lo que hay que hacer para integrarnos, les propongo un ejemplo. A mí, como a mucha gente, me gustan las historias, porque soy curioso, que me cuenten algo, ya sea a través de un libro, en el cine, la radio o por televisión. Además, como formador en comunicación, prefiero, los argumentos estructurados o sea, una presentación de personajes, un nudo, un desenlace y un final, una historia bien contada, es más relajante para la mente ¿verdad? Pues bien, ya he cambiado, en serio. Cuando después de una jornada laboral, me asomo unos minutos al televisor, he descubierto gracias a un cacharrito increíble, -el telemando- que puedo meterme en muchas historias a la vez, sin importar el fondo que están contando, ya que siempre distraen y son absolutamente superficiales, pues actualmente, se producen programas sin argumento y tampoco hace falta seguirlos. Claro que al final, no te enteras de nada, pero es que, tampoco importa demasiado.
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