Cada vez más profesionales que trabajan de forma «freelance» o sin concurrir todos los días a una locación laboral, convierten la playa, la cafetería de un hotel o la terraza de su departamento en su oficina.
Pero de la mano de la libertad para autogestionar los propios horarios de trabajo también llegan nuevas responsabilidades. Por ejemplo, las vacaciones entendidas como un periodo de desconexión absoluta ya son cosa del pasado.
Ahora, lo más común es irse de «trabacaciones», es decir, combinar los momentos de descanso con la resolución de asuntos de trabajo más o menos urgentes.
Las nuevas fórmulas de empleo proponen métodos más flexibles para que cada uno gestione su propio tiempo. No obstante, hay que superar una serie de retos para que este sistema tenga un impacto positivo en las empresas y en los profesionales.
Quienes trabajan por proyectos generalmente tienen mayor facilidad para adaptarse a este tipo de descansos. Aunque la digitalización hizo que algunas empresas también recurran a ese modelo de trabajo.
José Manuel Casado, socio de 2.C Consulting, indicó a Expansión que se pueden imitar las prácticas innovadoras del modelo anglosajón. El caso más sonado es el de Virgin: su CEO, Richard Branson, recomienda a sus empleados que tomen vacaciones cuando ellos quieran y durante el tiempo que estimen oportuno.
Acabar con el presentismo, implantar modelos en los que importen más los resultados e impulsar las habilidades de gestión del tiempo son los retos que debe afrontar la empresa.
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