Hay personas muy talentosas que aun deseándolo no consiguen plasmar ese talento en efectividad laboral, ni en mayor bienestar vital, ni en relaciones de confianza y respaldo. Algunos terminan solos, enfermos mental y físicamente, y en la calle. El talento no alcanza.
Para cocinar logros extraordinarios es necesario incluir en la receta tres elementos: talento, conciencia y compromiso. Sin conciencia el talento es peligroso, potencialmente destructivo, pues carece de un marco de referencia ético que oriente la manera en la que el talentoso responde a cada situación que se le presenta. Y sin compromiso genuino con un propósito significativo, el talento no tiene el combustible necesario para plasmarse en contribuciones de valor.
Leyendo Empresas (+) Humanas, de Alejandro Melamed, tomé nota de algunas reflexiones que hace el autor. Así que reproduzco estas anotaciones, dándome el permiso de no reflejar textualmente lo escrito por Alejandro, pidéndole las disculpas del caso:
En su libro El talento nunca es suficiente, Johm C. Maxwell sostiene que la diferencia entre los talentosos y los verdaderamente exitosos es que éstos logran implementaciones exitosas del talento. Maxwell modeliza una serie de dimensiones a atender para que el talento natural se manifiete en acciones efectivas.
CONVICCIÓN: Nos lleva a creer en nuestro propio potencial, en nosotros mismos y en nuestra misión. Creer en nosotros mismos eleva el propio talento.
PASIÓN: Crea el “fuego interno”, el combustible necesario para que nos sobrepongamos a cualquier obstáculo. Es la base de la excelencia, la llave para el éxito, aquello que contagia positivamente. Para descubrir qué nos apasiona, Maxwell sugiere tres preguntas: ¿por qué cantamos?, ¿por qué lloramos?, y ¿por qué soñamos?. La pasión estimula nuestro talento natural.
INICIATIVA: Es lo que nos impulsa a tomar acción, a avanzar sin esperar que todo esté perfecto. Abre la puerta a las oportunidades. Activa nuestro talento.
FOCO: Es esencial para todo aquel que quiera sacar lo mejor de su talento, porque lo direcciona.
PREPARACIÓN: Nos permite pararnos adecuadamente ante los posibles escenarios que nos traiga la vida.
PRÁCTICA: Es lo que afina nuestro talento y conduce a un desempeño consistente y a un desarrollo sostenido. Nos permite el descubrimiento de nuevas oportunidades de mejora.
PERSEVERANCIA: Implica terminar lo que comenzamos y no desistir ante las dificultades. Nos permite realizar nuestro destino a partir de nuestra determinación. Es lo que sostiene al talento.
VALOR: Nos permite asumir los riesgos de la vida y vivir sin arrepentimientos permanentes, reafirmando nuestras convicciones ante cada desafío. Pone a prueba nuestro talento.
DISPOSICIÓN AL APRENDIZAJE: Es el deseo de escuchar, conocer y aplicar. Es lo que expande nuestro talento.
CARÁCTER: Está compuesto por cuatro elementos: autodisciplina, valores centrales, sentido de identidad e integridad. Los talentosos superan con su carácter la adversidad, hacen las cosas que consideran correctas y toman el mando de sus vidas. El carácter es lo que protege nuestro talento.
RELACIONES: Están vinculadas con experiencias compartidas, reciprocidad y confianza, y tienen influencia decisiva en el encuentro de circunstancias propicias para expresar nuestro talento.
RESPONSABILIDAD: Es la habilidad de dar a cada circunstancia una respuesta consciente. Es lo que fortalece nuestro talento.
TRABAJO EN EQUIPO: Divide el esfuerzo y multiplica el efecto. Es lo que multiplica el talento.
¿Cuál es tu experiencia o tu teoría sobre la relación entre talento y efectividad?
: Andrés Ubierna – www.sht.com.ar
El Centro de Formación Profesional de Lee Hecht Harrison fue creado para contribuir al desarrollo del talento en las organizaciones. Conozca el programa de Desarrollo de Liderazgo, dirigido a líderes, futuros líderes y colaboradores, haciendo click aquí.