En principio es preciso aclarar que la tarea no es fácil y que el tiempo que lleva dependerá de la situación.

Procure no ponerse a la defensiva. El temor a lastimar o a tener que un argumento de defensa o una justificación hace que la gente dude de evaluar el trabajo de otra persona.
Escuche para comprender. Practique todas las habilidades de un buen escucha, que incluyen el uso del lenguaje corporal para invitar a la otra persona a hablar.

Trate de no emitir juicios. En definitiva, al conocer las opiniones de quien nos hace una devolución, aprendemos de nosotros mismos y la forma en que nuestras acciones son interpretadas en el mundo.

Reflexione sobre lo que escucha y hágase un resumen. Quien le está dando su opinión va a apreciar que usted esté escuchando con interés.
Para demostrarlo:

Haga preguntas aclaratorias. Haga todas las preguntas que necesite para asegurarse de que entiende la devolución.

Pida ejemplos ilustrativos para confirmar que entiende claramente lo que la persona le está tratando de decir.

El sólo hecho que alguien le esté dando sus impresiones, no necesariamente implica que esa apreciación sea correcta. Los demás ven sus acciones, pero las interpretan a través de sus propias percepciones y experiencias de vida.

Mantenga una actitud que permita el acercamiento. A la gente no le gusta hacerle una devolución a gruñones. Su actitud de apertura a las devoluciones se hará evidente a través de su lenguaje corporal, expresiones faciales y actitud receptiva.

Hable con otra gente para decidir sobre la confiabilidad de la devolución. Si los demás no coinciden, entonces no deberá tomar a pecho la opinión de una sola persona. .

Recuerde que sólo usted tiene el derecho y la capacidad para decidir qué hacer con la devolución.

Susan M. Heathfield

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