La realidad es que el estrés no se puede quitar por la fuerza. Pero podemos prepararnos para enfrentarlo con la respiración, que está íntimamente unida a las emociones. Es simple: cada emoción que produce la mente tiene un ritmo de respiración paralelo. Cuando estás estresado, jadeas, tienes una respiración rápida y superficial. Si nos dan un susto, se nos corta la respiración. En cambio, cuando estamos relajados, nuestra respiración se vuelve más lenta y profunda.
Entonces, trabajando con patrones de respiración conscientes, podemos ir a la inversa, empezando con la respiración para trabajar en esas emociones que en general no podemos controlar. Ni nuestros padres, ni en el colegio nos enseñaron cómo manejar los celos, la angustia, la negatividad, la ira y la impaciencia.
La respiración trabaja a un nivel profundo, al de la causa, al que no llegan ni la medicina ni la palabra. Con el entrenamiento necesario, sólo hace falta dedicarle unos minutos al día.
¿Cuáles son los principales beneficios de esta técnica?
En primer lugar, se eliminan los malestares físicos relacionados con el estrés, como el insomnio y las contracturas musculares.
A nivel mental, ganamos foco, tenemos más claridad mental, energía y creatividad. Asimismo, incrementamos nuestra paciencia y comenzamos a dar margen al error. El problema es que muchos de nuestros problemas como líderes de empresas es que no sólo buscamos el resultado inmediato, queremos el resultado perfecto.
Esto nos trae desesperación, porque no todo el mundo va a la velocidad a la que nosotros vamos.
Los beneficios de la respiración no sólo son evidentes en los líderes, sino también para los equipos de trabajo.
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