El teletrabajo es una de las prácticas que más se ha extendido para mejorar la empleabilidad de los discapacitados. Aunque esta opción tiene sus desventajas, falta de contacto directos con la empresa, presenta también sus ventajas, entre ellas:
Ahorra tiempo y ansiedad en los desplazamientos.
Cuando se tienen problemas de movilidad, los desplazamientos son mucho más lentos y costosos. Trabajar desde casa permite ahorrar tiempo y anticiparse a posibles imprevistos, como por ejemplo una avería en el transporte público o un día de lluvia fuerte.
Disminuye el número de bajas por cuestiones de salud.
Uno de los principales prejuicios a los que se enfrentan las personas con discapacidad es la idea que se dan de baja más a menudo. Por suerte, el teletrabajo aumenta las posibilidades de trabajar pese a los problemas de salud y asegura un buen rendimiento.
Facilita la conciliación de la vida laboral y familiar.
Las personas con discapacidad tienen una serie de necesidades específicas que el teletrabajo ayuda a combinar de manera fácil y efectiva. Por ejemplo, en caso de que la persona necesite visitar el médico o el fisioterapeuta a menudo, no debe preocuparse por llegar al trabajo a una determinada hora. De hecho, el teletrabajo no solo implica falta de desplazamiento, sino que a menudo incluye la flexibilidad horaria.
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