A finales de 1998 el film Patch Adam dio a conocer los esfuerzos realizados por un estudiante maduro de medicina, quien en la década de los 70 del siglo XX, trató de introducir el humor en las terapias curativas a varios tipos de pacientes.
Aunque fue fuertemente combatido, su manera de observar la medicina ha sido reconocida mundialmente y se le cataloga como el creador de la risoterapia con fines terapéuticos y de su inclusión en la medicina moderna.
Reír ha resultado ser una de las más efectivas fuentes de salud, hasta el punto que ha sido practicada y apreciada a lo largo de la historia en casi todos los periodos en que se concibe. Si reír sirve a los enfermos, su potencial en los sanos es aún mayor.
Pero ¿por qué no reímos en las empresas?
Existe una odiosa etiqueta que recubre la escena organizacional, la cual pareciera dictar la pauta en lo que al mundo laboral se refiere, y es la frase que sentencia de manera inequívoca que “los negocios son algo serio”, y sí, no cabe duda, lo son y con seriedad deben afrontarse los retos y responsabilidades que ello representa. Pero los negocios no dejan de ser serios por que la gente que los hacen posibles sea feliz y sonrían.
La idea de introducir catalizadores del estrés e inspiradores del buen ambiente no es nueva, de hecho se exagera en comedias y películas tratando de enviar un mensaje directo a quienes tienen la responsabilidad de dirigir empresas. Pero el mensaje no llega en muchos casos.
Pero las practicas siguen siendo contrarias a lo que se supone deberían ser hoy en día, por ejemplo, se quiere que la recepcionista siempre esté sonriente, pero se le somete a horarios que apenas le permiten comer, atuendos que la asfixian o a múltiples tareas que la estresan, a la par de regaños constantes y severos si deja de atender una llamada de algún jefe por estar “perdiendo el tiempo” con un cliente, para luego enviarla a un curso de “atención al cliente” porque éstos se quejan de que ella deja de atenderlos por responder la central. ¡Por Dios!
Y eso por citar un caso en donde pueden apreciarse algunas contradicciones, de muchas a las cuales se expone al personal para que trabaje bajo presión, pero eso sí, mostrando felicidad y complacencia todo el tiempo.
¿Qué mensaje está enviando una empresa a las personas cuando solicita personal que pueda trabajar bajo presión? ¿Cuál debe ser la lectura que realice un colaborador al ver que se procura por encima de lo que sea el bienestar del cliente (porque es el que paga) y se descuida su bienestar (quien lo hace posible lo que se ofrece al cliente)?. No se puede exigir lo que se es incapaz de dar.
Las empresas deben preocuparse realmente por introducir elementos de distracción controlados, de sano esparcimiento y sobre todo de un alto sentido humorístico a las largas horas que mantiene en sus instalaciones tanto al personal que ahí labora como a los clientes que las visitan. Sí, deben poseer recursos humorísticos que alegren el ambiente y aligeren las presiones propias del trabajo. Estos recursos deben concentrarse primero en la valoración equitativa de los clientes que la empresa posee y los colaboradores que están disponibles para atender los procesos que ellos requieren, dándoles así el mismo grado de importancia.
El cliente debe sentirse feliz de ser atendido y quien lo atiende mucho más de hacerlo, para ello, éste último, no debe ver el trabajo como una pesada tarea, sino como un agradable reto, como quien se toma en serio un juego de video, es tanto lo que le anima que no lo deja hasta alcanzar el “mundo” que se ha propuesto o superar la “marca” existente.
Son muchos los recursos humorísticos de los que puede valerse la empresa, medios que hagan no solo verse felices a sus colaboradores sino sentirse realmente de esa forma; entre ellos se podría mencionar, como ejemplo, el uso de periódicos electrónicos donde pueda destacarse “el chiste del día” proporcionado por un empleado o por la organización misma, si no se posee de estos, el uso de correos masivos con contenido hilarante puede poner un alto al stress propio del trabajo diario.
Las actividades recreativas pasivas, los breaks emocionales (aquellos que permiten al empleado expresarse libremente al menos por unos segundos), la catarsis laboral, las reuniones no-administrativas para generar un mejor ambiente y otras tantas expresiones de buen humor podrían ser verdaderos detonantes de innovación, buen ambiente de trabajo y conexiones realmente sólidas con la visión y misión de la empresa. Piense: Ya la vida es bastante dura para la mayoría de las personas; si al tráfico de la ciudad, el clima cambiante, los altos costos de productos y servicios, los sucesos políticos y sociales, la inseguridad y las responsabilices propias y colectivas le sumamos una empresa o una supervisión oscura, exigente, estricta y malhumorada ¿cómo podemos pretender poseer calidad de servicio? Se debe convertir a la empresa en un foco de alegría, bienestar y satisfacción, manteniendo siempre presente que no ha de ser sólo el cliente el que debe sentirse a gusto con nosotros, también debe estarlo nuestra gente. ¿Es esto tan difícil de entender?
Félix Socorro
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