La inteligencia emocional puede ayudarte a transformar tus relaciones en el trabajo, proporcionándote a corto plazo mayores beneficios que cualquier competencia técnica. Y es que varios estudios ya han demostrado que un alto cociente emocional, además de mejores relaciones, reducción del estrés, más felicidad y mejor salud, tiene otras consecuencias a nivel profesional.

“La inteligencia emocional se mejora comprendiendo las emociones y esforzándose por empatizar con los demás. No tiene más secretos. Es una carrera de fondo que requiere cierto esfuerzo, pero es capaz de ofrecer beneficios durante toda tu vida profesional”.

Para terminar de desarrollar tus competencias emocionales es fundamental que domines el idioma del cuerpo, ya que es un reflejo prácticamente infalible del estado anímico de cualquier persona.

De forma parecida a las emociones, ser consciente primero de tu lenguaje corporal te servirá para identificarlo mejor en los demás. Para ello haz una pausa mental de vez en cuando (en una reunión, tomando el café, etc…) y obsérvate: ¿Qué postura estás tomando? ¿Cómo te sientes? ¿A qué emoción corresponde?

Las posturas corporales pueden dividirse en dos tipos las de apertura y las de protección.

Las primeras son aquellas posiciones que exponen nuestro cuerpo, como puede ser abrir ligeramente las piernas, inclinar el cuerpo hacia nuestro interlocutor o mostrar las palmas de las manos. Significan confianza, seguridad y relajación. Las segundas son las posturas que nos ofrecen protección contra el exterior, como cruzar los brazos, las piernas, taparse la boca o poner una maleta entre nuestro interlocutor y nosotros. Expresan desconfianza, inseguridad o malestar.

Y recordemos la frase de Paulo Coelho: “Existe un lenguaje que vamás allá de las palabras”

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