Ante un proceso de selección es habitual valorar a los profesionales en función de su trayectoria y de su situación actual. Por lo tanto, se sigue un modelo basado en las competencias y en su posible alineación con los retos y objetivos más inmediatos que plantea la posición a cubrir.

Pero, el contexto actual marca una situación diferente. Cada vez más los directivos y altos mandos buscan proyectos y puestos más especializados que les permitan desarrollar sus objetivos profesionales. Así, los procesos de selección basados en un modelo competencial resultan demasiado simples, ya que no tienen en cuenta si las aspiraciones de los candidatos y de la organización son similares. Es necesario impulsar un modelo que observe el potencial de crecimiento de las personas y sus máximas posibilidades dentro de la empresa.

Entonces surge lo que se denomina: «mirada apreciativa en los procesos de selección», en vez de analizar los candidatos en base a su pasado y su presente, se buscan sus puntos en común con la organización con el objetivo de establecer una relación más sinérgica y centrada en el largo plazo.

Este modelo supone una ruptura en la visión de la organización porque no solo pretende cubrir una vacante sino también ser el origen de nuevas oportunidades para el negocio. Los procesos de selección dejan de ser una herramienta y se convierten en un motor de crecimiento.

De hecho, el modelo de mirada apreciativa sigue una filosofía más humanista en los procesos de selección, una tendencia cada vez mayor en la gestión de los recursos humanos. En vez de centrarse en aquello que les falta a los candidatos por desarrollar o las competencias que todavía no han desarrollado, se fomenta una visión más positiva y constructiva que garantiza mayor éxito en la selección.

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