LIDERES AMABLES, FUERTES Y GENEROSOS

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«Un buen líder es aquel que se lleva un poco más de culpa y un poco menos de mérito de lo que le corresponde». – John Maxwell

Los estilos de liderazgo radicalmente duros son la excepción que confirma la regla. Según una investigación reciente, los jefes que son demasiado estrictos crean problemas de motivación y de salud a sus trabajadores; quizá así muchos se planteen dejar la estrategia de ser duros como una roca.

De acuerdo con un estudio de la Universidad Estatal de California, los líderes que tratan de manera justa a sus trabajadores tienen equipos más unidos y productivos cuyos individuos rinden más. Las recomendaciones que se brindan a los jefes están orientadas a acciones relacionadas con:

Ser amable sin ser débil. Una de las cosas que más le cuesta dominar a un jefe es la amabilidad. Es una especie de malabarismo y la clave para encontrar el equilibrio es reconocer que la amabilidad es fuerte por naturaleza: es directa y sincera. Decirles a los trabajadores una verdad dura pero necesaria es mucho más amable que protegerlos (a ellos o a ti mismo) de una conversación difícil.

Ser fuertes. La fortaleza es una cualidad importante de un líder. Los trabajadores esperarán a ver si un jefe es fuerte antes de decidirse a seguir o no sus directrices. Los empleados necesitan ver coraje en sus líderes. Necesitan a alguien que pueda tomar decisiones difíciles y velar por el bien del grupo. Necesitan a un líder que siga adelante cuando las cosas se pongan feas. Los empleados son más propensos a demostrar su propia fortaleza cuando su jefe hace lo mismo.

Muchos jefes confunden «fortaleza» con otros conceptos como «dominación», «control» u otros comportamientos desproporcionadamente severos.

Piensan que tener el control y presionar a los demás servirá para que todos les sigan fielmente. No se puede obligar a la gente a ser fuerte; la fortaleza es algo que se gana al demostrarla una y otra vez frente a la adversidad. Solo entonces los demás confiarán en seguir tus planteamientos.

Ser Generosos. Los buenos líderes son generosos. No pretenden llevarse todo el mérito, felicitan a sus compañeros y se preocupan tanto por el éxito de sus trabajadores como del suyo propio. Tratan de ser una inspiración para que todos sus empleados den lo mejor de sí mismos; y no solo porque así el equipo mejorará, sino porque se preocupan por cada trabajador por separado.

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