El cambio laboral es algo que aterra a muchos, aunque no estén cómodos en algún sitio. Es una manifestación del miedo al cambia y que prefieren quedarse en un lugar que ya los tiene molestos y frustrados.

Esto es porque sí existe el miedo a cambiar de trabajo, ese sentimiento es aquel que no deja ver más allá o no te deja visualizarte en otro trabajo.

Establezcamos un paralelismo entre las relaciones laborales y las personales: si descubres que tu pareja no era lo que esperabas, ¿vas a estar en esa relación a pesar de saber que no es lo que quieres?

Evidentemente, el pánico a las emociones desagradables o desconocidas, el miedo al error, a la soledad, son demasiado potentes y por eso es que decidimos seguir, en lugar de acabar.

Pero, en toda relación o trabajo debes responder a estas 4 preguntas:

¿Cuál es tu objetivo?
¿Qué tendrías que cambiar en tu vida para conseguirlo?
¿Qué riesgos corres?
¿Valdrá la pena?

Si la respuesta a la última pregusta es que sí, adelante. Porque si esperas que alguien lo haga por ti, probablemente no suceda nunca.

Como en la pareja, cambiar de trabajo no significa que hayamos encontrado la solución. No, muchas veces se traduce sólo en que hayamos cambiado de problemas, pero el solo hecho del cambio es un gran paso para la superación personal.

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