Mientras aún se acomodan al nuevo paradigma de vida de la Generación Y, y las exigencias laborales que conlleva, las empresas y organizaciones ya tienen que prepararse para recibir a la Generación Z que comienza a ingresar al mercado laboral y a plantear sus propios desafíos.
Los “Z” nacieron entre 1995 y el 2000, y si bien comparten muchos puntos en común con sus hermanos mayores, se diferencian en factores clave que el área de capital humano deberá evaluar para poder así atraerlos, involucrarlos, y retenerlos.
Una de estas diferencias es, inevitablemente, su relación con el mundo virtual. Los millenials –como también se denomina a los Y- son una generación adepta a la tecnología, sin embargo, conocieron un mundo en el que no todo se buscaba en Google. Por el contrario, los Z no vivieron nunca sin Internet ni celulares y su adaptación a la tecnología es intuitiva y natural. Esta adaptabilidad se refleja también en la forma que tienen de desarrollarse y de vincularse con las personas. Los jóvenes Z son prácticos y viven en el mundo inmediato.
¿Qué implica, a primera vista, esta evaluación? En primer lugar, los proyectos en los que se involucrarán los Z deberán ser eminentemente flexibles, por ejemplo, las reuniones podrían adaptarse a las posibilidades que brindan las tecnologías de comunicación, ya que los Z aprovechan al 100% la opción del trabajo remoto.
Para ellos el e-mail ya es un canal arcaico, en su lugar, Skype y “la Nube” (Cloud Computing) son las herramientas que les resultan más familiares y prácticas. A menudo son capaces de realizar trabajos y proyectos enteros sin ver los rostros de sus colegas.
Paradójicamente, valoran en gran medida el contacto con sus superiores, ya que para ellos el liderazgo es un rasgo personal y a la hora de las relaciones, los Z prefieren el cara a cara y la honestidad.
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