Comunicarse y relacionarse es un hecho que sucede a diario entre las personas dentro de las organizaciones. Sin embargo, el mensaje que se emite y sobre todo la manera cómo se emite, puede llegar a fortalecer o por el contrario debilitar dicha relación en el día a día.
La principal habilidad de un líder es su capacidad de influir, implicar y desarrollar a los empleados que tiene bajo su responsabilidad, algo que únicamente se puede conseguir utilizando una buena comunicación. Sin embargo, no siempre es fácil lograrlo y gran parte de los problemas de los grupos de trabajo se deben a formas de comunicación no adecuadas.
Algunos de los problemas son:
• No saber comunicarse adecuadamente, ni en el qué, ni el cómo.
• No dominar el arte de escuchar activamente y formular preguntas precisas.
• Tener equipos en un entorno de desmotivación y negatividad.
• Desconocer cómo incrementar la implicación de los colaboradores.
• No tener el hábito de dar reconocimiento por el trabajo bien hecho.
• Ignorar cómo realizar una buena delegación de tareas y responsabilidades.
• Liderazgo con exceso de hipercontrol y paternalismo.
• No saber cómo hacer control y seguimiento de tareas delegadas.
• Demasiada impulsividad y reactividad que no ayuda a llegar a acuerdos con objetividad.
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