En términos prácticos, esto significa ser consciente de las emociones que se hallan tras nuestro comportamiento, así como en impacto que ejercen en las demás personas (positiva y negativamente), además de aprender cómo manejar esas emociones, tanto nuestras como los otros, especialmente cuando estamos bajo presión.

La propuesta se inicia con la Identificar las emociones, hay que darse un tiempo para conectarse consigo mismo y descubrir qué está sintiendo y cuál es el origen de esa emoción. El segundo paso es tener el control sobre sí mismo. Si ante una situación límite, no se reacciona con ataque de ira, llanto o cualquier emoción desbordada, es porque ha aprendido a controlarse. En este proceso podemos agregar:

Asumir los cambios como parte de un proceso de crecimiento y aprendizaje
No desanimarse en los fracasos
Saber enfocarse

La siguiente etapa es poner la mirada en el exterior, es decir «Entender las emociones de los demás».
A eso se le llama empatía, y con ello consigue que la gente se sienta cómoda a su lado, lo que permite establecer relaciones valiosas.

Y finalmente saber escuchar, «Escuchar todo lo que sucede a tu alrededor y hablar únicamente cuando sea necesario.»

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