Jack Nilles dijo a comienzos de los años 70: «Enviar el trabajo al trabajador, en lugar del trabajador al trabajo».

El aislamiento y la pérdida de networking que éstos implican se consideran como las principales desventajas con las que tendrá que lidiar quien decida teletrabajar.

De hecho, la mayor parte de organizaciones que facilitan la actividad desde casa lo hacen sólo cuando ésta resulta eficiente, puesto que consideran que la falta de integración del empleado es el mayor problema.

En tres años, el 89% de las organizaciones ofrecerá ‘estilos de trabajo móviles’ a sus empleados

Aquí aparece de nuevo el presentismo, que aún domina muchas organizaciones que tienen más en cuenta la presencia que la productividad y los resultados.

Según la Society for Human Resources Management, aunque los profesionales que trabajan desde casa son un 13% más productivos que los que desempeñan sus tareas en la oficina, tienen la mitad de posibilidades de promocionar en su empresa.

Esto juega en contra de toda una nueva generación de empleados hiperconectados, decididos a terminar con el concepto tradicional de que, para trabajar es necesario estar en la oficina, y convencidos de que la profesionalidad debe medirse por los objetivos reales conseguidos.

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