“Hoy en día, la clave para un liderazgo exitoso es la influencia, no la autoridad”, Ken Blanchard
Parece increíble la cantidad de veces que los jefes de las empresas se quejan por perder a sus mejores empleados, y tienen un buen motivo para quejarse: pocas cosas hay más costosas y perturbadoras para una empresa que perder a personal cualificado.
Los jefes tienden a culpar de sus problemas de gestión a todo lo que se mueve, ignorando la raíz de la cuestión: “la gente no quiere deshacerse de su puesto de trabajo, lo que quiere es deshacerse de su jefe”, sostiene el experto en talento Travis Bradberry -Emotional Intelligence 2.0.
Algunas de las razones que los Jefes deben explorar en sus acciones para conseguir continuidad en sus equipos son:
No sacan partido a las habilidades de sus trabajadores
Cuando se pregunta a los jefes sobre la falta de atención a sus empleados, intentan excusarse utilizando palabras como “confianza”, “autonomía” y “atribución de poder”, lo cual no tiene ningún sentido. Los buenos jefes son los que tienen el control, independientemente de lo cualificados que estén los trabajadores a su cargo. Los buenos jefes prestan atención a sus trabajadores y están constantemente escuchándolos y haciendo críticas constructivas.
No reconocen las aportaciones de los trabajadores ni recompensan el trabajo bien hecho
Es fácil subestimar el poder de una palmadita en la espalda, especialmente con los mejores trabajadores, que se sienten intrínsecamente motivados. A todo el mundo le gusta que le feliciten, sobre todo a aquellos que trabajan duro y dan todo de sí mismos. Es necesario que los jefes se comuniquen con sus trabajadores, averigüen qué tipo de cosas les hacen sentir bien (en algunos casos, un aumento; en otros, el reconocimiento público) y los recompensen por el trabajo bien hecho.
No plantean desafíos para el intelecto de los trabajadores
Los buenos jefes estimulan a sus empleados pidiéndoles que intenten conseguir logros que en un primer momento parecen inconcebibles. En vez de establecer objetivos mundanos y graduales, ponen el listón muy alto para hacer que los trabajadores salgan de su zona de confort. Una vez hecho esto, los buenos jefes hacen todo lo posible por contribuir al éxito de sus trabajadores. Cuando los trabajadores inteligentes y con talento ven que están llevando a cabo tareas demasiado fáciles o aburridas, buscan otro trabajo que desafíe un poco más su intelecto.
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