Toda persona tiende a desarrollarse, tanto en lo personal como en lo laboral. La capacitación es una herramienta muy importante pero el aporte de la inteligencia emocional – ese “algo” en cada uno de nosotros que es un poco intangible-, influye en cómo manejamos nuestro comportamiento, navegamos las complejidades sociales y tomamos decisiones personales para lograr resultados positivos.

Sostuvo David Goleman en la década del ochenta en su libro homónimo: La Inteligencia Emocional. Este concepto es de aplicación en el Coaching cuyas acciones no se limitan a la empresa y se extienden a otros campos como el político y el deporte, por mencionar algunos.

La reflexión en los siguientes temas colaboran en nuestro conocimiento de la incidencia de lo emocional en nuestro desarrollo como persona en cualesquiera sean los ámbitos de actuación.

Aceptación del cambio: Las personas emocionalmente inteligentes son flexibles y se adaptan constantemente. Ellos saben que el miedo al cambio es paralizante y una gran amenaza para su éxito y felicidad. Buscan el cambio que está acechando a la vuelta de la esquina, y forman un plan de acción en caso de que estos cambios ocurran.

Conocer sus fortalezas y debilidades: No solo entienden las emociones; saben para qué son buenos y para qué no. También saben quién las saca de sus casillas y los entornos (situaciones y personas) que les permiten tener éxito.

No buscar la perfección: No trazan la perfección como su objetivo, porque saben que no existe. Los seres humanos, por nuestra propia naturaleza, somos falibles. Cuando la perfección es su meta, siempre le quedará una sensación de fracaso que le hace querer renunciar o reducir sus esfuerzos.

No hablarse a sí mismos de forma negativa: Las personas emocionalmente inteligentes separan sus pensamientos de los hechos para escapar del ciclo de la negatividad y avanzar hacia una nueva perspectiva positiva.

No permitir que nadie limite su alegría: Cuando su sentido de placer y satisfacción se deriva de las opiniones de otras personas, usted ya no es dueño de su propia felicidad. Si bien es imposible bloquear sus reacciones a lo que otros piensan de usted, no tiene que compararse con los demás, y siempre puede tomar con cautela las opiniones de los demás. De esa manera, no importa lo que otras personas están pensando o haciendo, su autoestima viene de adentro.

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