EL FUTURO Y NUESTRO DESARROLLO PROFESIONAL

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Como decía Ortega y Gasset, «el hombre tiene el alma dinámica de una flecha que hubiera en el aire olvidado su blanco». Hoy más que nunca necesitamos integrar modelos organizativos, contratos psicológicos y áreas claves de la gestión del talento para conseguir nuestros sueños y objetivos.

A partir de esta frase la propuesta es desarrollar un plan que nos contemple como una unidad: nuestra persona. Ambos el desarrollo personal y el profesional van de la mano y la variable futuro es la meta.

Roberto Luna, desarrolló un plan estructurado como una guía en: “Mentalidad de talento: Un modelo, un nuevo contrato psicológico y ocho áreas para gestionarlo”, cuya lectura nos puede servir como modelo para definir el propio:

1. La primera área es la empleabilidad, el estar con valor en el mercado de modo continuo garantizando que la propuesta personal y profesional tiene un hueco en el mercado laboral. Esta empleabilidad supone conocer las competencias claves requeridas en el sector y tener algunas de modo saliente.

2. La segunda área a desarrollar es precisamente saber trabajar en equipos de alto rendimiento y autodirigidos, permitiendo el valor en proyectos compartidos y el generar sinergias de modo continuo.

3. La tercera área en la gestión del talento tiene que ver con la gestión de nuestras emociones y las de los demás. Trabajar con la intuición, la ilusión, el optimismo, la comprensión, y sobre todo desde el equilibrio emocional es la garantía de un profesional de alto rendimiento.

4. La cuarta área es el liderazgo, asumir la capacidad de influencia y desarrollo propia y de los demás. Así es el líder que es respetado por los demás y que trabaja desde los demás para obtener talento en la empresa.

5. La quinta tiene que ver con la capacidad emprendedora o intraemprendedora propia y ajena. Movilizar llevar a la acción los planes y genera nuevas ideas responsables de la sostenibilidad futura de los proyectos.

6. La sexta contempla el carácter motivador y movilizador de la organización. En él tiene cabida el mercado externo tanto como al interno y precisa que se trabaje desde los motivos más que desde las instrucciones.

7. La séptima profundiza en la orientación continua al aprendizaje, desde la humildad y respeto por la multidisciplinariedad, lo que permite que personas y organizaciones aprendan continuamente y que actualicen su conocimiento y talento.

8. La octava y última es un área clásica pero que parece algo descuidada últimamente: me refiero a la orientación comercial y al cliente, una competencia clave donde se consigue que cualquier intervención o proceso tenga impacto tanto en el cliente interno como externo.

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