“El futuro de las organizaciones estará en la capacidad de aprendizaje que posean cada uno de sus miembros”, Peter Senge

El verdadero aprendizaje es el que capacita a una persona a nuevos desafíos. Y el que, una vez obtenido, permite una visión mejorada, superada. Hay dos tipos de aprendizaje, el adaptativo, que es el necesario para sobrevivir y otro, que es muy importante, y se define como aprendizaje generativo, que permite aumentar la capacidad creativa. Deben darse los dos, pero este último ingrediente es necesario para que una organización sea inteligente.

Las organizaciones inteligentes tienen la característica que el aprendizaje es algo que se estimula y manifiesta en forma natural. Pero, para poder concretarlo, se deben desarrollar otra serie de comportamientos que la lleven a ser un sistema exitoso, con una verdadera capacidad para aprender, y alcanzar así resultados óptimos.

Las empresas son verdaderos sistemas donde distintos componentes actúan provocando cambios en el todo. Es importante estudiar y ver qué cosas influyen y provocan modificaciones, para poder medir las consecuencias de hechos, al parecer aislados.

Esto se denomina pensamiento sistémico y el análisis que se efectúa permite llegar a tener un marco conceptual, que ayuda a comprender mejor los patrones totales y facilitar los cambios.

El punto clave de las organizaciones está en el aprendizaje en equipo. Cuando los equipos logran un verdadero aprendizaje no sólo se obtienen buenos resultados, sino que sus miembros logran un crecimiento mayor. Trabajar en equipo supone iniciar un diálogo donde cada uno deje de lado sus supuestos y se obtenga un pensamiento conjunto. Las fuerzas individuales se potencian en el trabajo grupal y los resultados que se obtienen son sumamente positivos.

Si el grupo logra sacar afuera los patrones de defensa que juegan en contra del aprendizaje grupal, y se los resuelve creativamente, los resultados del aprendizaje futuro serán exitosos.

Ser una organización inteligente no significa haber llegado a una meta, sino que hay un compromiso permanente con el aprendizaje. Hay una práctica de estas disciplinas enumeradas antes, que la van llevando por un buen camino.

Debe existir una relación entre teoría y práctica y lograr un funcionamiento armónico que lo define como un sistema. La disciplina demuestra la importancia de cada parte y cómo en conjunto los resultados son superiores a la suma de las partes.

Una organización inteligente es la que no busca y toma factores externos para justificar problemas internos; por el contrario, reconocen cómo sus miembros van creando la realidad, se hacen cargo y modifican lo necesario para mejorar los resultados.

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