Es fácil perder el control cuando se trabaja desde el hogar. Para evitarlo conviene tomar algunos recaudos: convertir en oficina algún rincón de la casa, diseñar un calendario de actividades y procurar no comer a deshoras, son apenas algunos de ellos.
Trabajar desde el hogar sin dudas tiene muchas ventajas. Permite estar en contacto con las personas y animales con los que se comparte el hogar y adecuar los horarios de trabajo a los de la vida personal. Pero también es importante recordar que hay desventajas que, si no se tienen en cuenta, pueden hacer que extrañemos la oficina. ¿Cuáles son esas desventajas y cómo evitarlas?
El problema del horario
Es fácil para quien trabaja desde casa a veces olvidar que muchos de sus compañeros o jefes tienen un trabajo regular de ocho horas, posiblemente de 9 a 6. Por lo tanto la libertad de horarios laborales no es ilimitada y siempre conviene tener presente cuáles son los horarios de los demás para no quedar por fuera de la agenda diaria de trabajo. Por ejemplo, si tenemos que entregar un proyecto o un plan de trabajo tenemos que tener en cuenta que las reuniones de los jefes con los socios de la empresa suelen ser por la mañana. La libertad de trabajar desde casa tiene que estar restringida por la responsabilidad y la idea de mantener la productividad.
El problema del espacio
Tener un espacio de la casa dedicado al trabajo es la mejor manera de separar, al menos un poco, los dos mundos. Un lugar seguro y que sea cómodo es suficiente. La idea de separar este espacio del resto de la casa es que ayuda a evitar que la vida personal sea inseparable de la laboral. En este espacio sólo tiene que haber lo necesario para el trabajo, sin que se vea afectado por el estado del resto de la casa. Además, permite tener la sensación de entrar y salir del trabajo. Sentir que existe una diferencia entre el hogar y la oficina, una diferencia real. La oficina hogareña tiene que ser vivida como si fuese la oficina de la compañía.
El problema de no estar en la oficina
En concordancia con el punto anterior, es recomendable actuar como si se fuese realmente a la oficina. Si bien puede parecer divertido trabajar en pijamas los primeros días, los más avezados en el home office saben que no conviene prolongar esa práctica. Desayunar y cambiarse como si se fuese a la oficina permite ordenar fácilmente los horarios para comer por ejemplo y eso permite no perder noción de las horas. Si no se separan ambos mundos, pronto se puede sentir que nunca terminamos de trabajar para poder dedicarnos a lo demás.
No perder la comunicación
Trabajar desde casa puede volverse solitario y por eso crear oportunidades para comunicarse con otros es de suma importancia. Conviene, por ejemplo, contactar periódicamente a los compañeros de trabajo para charlar un poco sobre proyectos, compartir experiencias laborales y, por qué no, algún chisme de oficina. Un trabajador aislado del resto puede verse poco motivado a trabajar en equipo para realizar un proyecto de gran envergadura, por ejemplo. Además, puede ser nocivo para el propio trabajador que se puede sentir ajeno a la compañía.
Mantener hábitos saludables
Quienes trabajan desde el hogar son más proclives a caer en rutinas dañinas para la salud. Con la comodidad del trabajo en la casa pueden venir los horarios desordenados para comer o la alimentación con comida chatarra. La clave está en tomarse el tiempo de descanso, como tiene cualquier trabajo de oficina, para alimentarse como corresponde y preferiblemente fuera de la oficina hogareña. Otro caso común es los desórdenes de sueño. Al poder pasarse de horario trabajando durante la noche, si no cuidamos las rutinas de sueño el home office puede hacernos llegar exhaustos al final de la semana.
Fuente: www.mercado.com.ar