El coworking es, en esencia, una evolución del trabajo colaborativo. El concepto nació en San Francisco en 2005 debido a los cambios en la economía. Como seres humanos, somos sociales y nuestra economía es cada vez más social, con más contactos, con más interacciones. Gracias a la evolución de Internet, somos más productivos que nunca. Una persona es capaz de efectuar el trabajo que antes realizaba una empresa.
Hay trabajo, pero cada vez menos empleo: las grandes empresas cuentan cada vez más con plantillas reducidas y externalizan muchos de los apartados de su producción. Cada vez hay más multinacionales de una sola persona. Pequeños equipos pueden hacerle la competencia a grandes compañías. Por estos cambios y por las necesidades de las nuevas microempresas y de los autónomos es precisamente por lo que se está dando la actual explosión del coworking: responde a una necesidad que no estaba cubierta hasta ahora por el mercado.
Algunas de las ventajas son:
Flexibilidad de uso. Los espacios de coworking ofrecen diferentes planes en función de las horas que necesites y, además, no suelen requerir contratos largos (en la mayoría, puedes estar un solo mes si quieres).
Espacio propio. Proporcionan un espacio profesional de trabajo que motiva, te hace ser más productivo. Disponen de salas de reuniones para recibir a los clientes y realizar presentaciones.
Sin interferencias. Es más fácil lograr una rutina de trabajo profesional.
Más relaciones. Los gestores de espacios de coworking trabajan activamente para crear relaciones entre los coworkers y los contactos externos, y así descubrir oportunidades.
Mejores redes. Aumentas tus redes de contactos sin esfuerzo, tan sólo hablando con los otros coworkers durante la comida, los cafés o en cualquier evento.
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