ESPACIOS FISICOS PARA EL TELETRABAJO

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Más allá de las representaciones de espacios idílicos para el teletrabajo que se repiten de forma habitual, podemos tener claro que la realidad es algo diferente.

Se pueden ver a menudo imágenes de teletrabajadores en jardines, en medios rurales de perfecta estética, en la playa, etc. Sin embargo, casi todo el teletrabajo se hace en entornos urbanos y en espacios escasos. Todo ello por una razón tan simple como que la gran mayoría de los trabajadores del sector informacional—que acoge, a su vez, a casi todos los teletrabajadores—, viven y trabajan en grandes urbes, y cuanto más grandes mayor es la proporción de éstos últimos.

Resultan enternecedoras esas imágenes de teletrabajadores (además, la mayoría de los que aparecen son hombres) con un bebé en su regazo dándole al biberón y a la tecla al mismo tiempo. ¡Prodigio de la naturaleza! La incógnita se resuelve con claridad: el fotógrafo o el que concibió la imagen, o no tiene hijos o no es teletrabajador, o quizás ambas cosas.

La realidad del teletrabajador es que debe contar con un espacio físico similar al que podría ser una oficina con un buen escritorio y silla ergonómica, con luz adecuada y protegida de interrupciones del ámbito familiar. La tarea a desarrollar tiene que encuadrarse con metas posibles y con productividad comprobable.

Como dice: Helman Nahr: «La tecnología no nos ahorra tiempo, pero sí lo reparte de otra manera»

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