La agilidad es fundamental para todas las empresas, no solo a nivel de estructura, sino también en la forma en que interactúan con sus trabajadores. Por ello, la trayectoria laboral tradicional está ajustándose a esta realidad. Los empleados deben reinventarse continuamente, aprender nuevas habilidades y adaptarse rápidamente al cambio. En otras palabras, la agilidad organizacional requiere que los empleados sean igualmente ágiles.
La idea de ocupar el mismo puesto durante mucho tiempo está desactualizada. Ahora las empresas deben proporcionar a los trabajadores un entorno que favorezca la movilidad interna, ayudándoles a adquirir nuevas habilidades y ofreciéndoles información sobre otros roles relevantes que podrían suponer una buena progresión para ellos.
A medida que las compañías buscan atraer y retener al mejor talento, también deben mejorar la gestión del rendimiento de los equipos. Para ello, las organizaciones invierten cada vez más es formación, coaching, gestión de objetivos y cultura empresarial. Se esfuerzan así por evaluar e incentivar un buen rendimiento alineado con los resultados de negocio futuros, la colaboración de equipos y el desarrollo profesional.
Las organizaciones deben incorporar oportunidades de capacitación y desarrollo profesional en el tejido de la cultura de la empresa. Al proporcionar un programa estructurado al inicio de sus carreras, la compañía se asegura de que los empleados obtengan una ventaja en el desarrollo de sus habilidades de liderazgo.
Los programas de rotación, por ejemplo, brindan a los empleados la oportunidad de experimentar diferentes roles dentro de la empresa y obtener una mejor comprensión de lo que una carrera en esa área requeriría.
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