Las organizaciones están exigiendo un alto retorno por su inversión en el Coaching. En consecuencia, los entrenadores de mejores prácticas deben ofrecer niveles de productividad, Efectividad, innovación e impacto que de otra forma no se habría podido obtener.
Seleccionar el Coach adecuado para las necesidades específicas de la organización es la base para producir Esos resultados superiores. Pero, el poder de ese compromiso de Coaching se deriva de: La estructura de la relación.
La habilidad del entrenador para mover al Coachee hacia objetivos de alto impacto. El compromiso y la voluntad del Coachee para cambiar. La relación Entrenador-Coachee se describe mejor como una asociación, una en la que ambas partes trabajan juntas para llegar a un destino acordado.
Obviamente, ninguno de los dos, Entrenador o Coachee pueden llegar solos. De tal confianza mutua e incluso la amistad que se desarrolla en el camino. Sin embargo la relación no es una de iguales.
El Entrenador, no el Coachee, está en control del ritmo y dirección del recorrido. Está también dentro de su ámbito la responsabilidad de establecer las reglas básicas, recopilar la información necesaria, evaluar, analizar y juzgar la situación, definir el plan de acción correcto, empujar en consecuencia, monitorear el avance y ajustar el enfoque según sea necesario, para entregar los resultados planteados.
Todo esto necesita ser hecho abiertamente y con la total cooperación del Coachee, pero la habilidad del Coach, La experiencia, y la adaptabilidad está impulsando el proceso. El Coachee tiene sus propias responsabilidades. Como en cualquier forma de asesoramiento. orientado hacia el cambio, el Coachee debe comprometerse con el trabajo duro, el riesgo y su convicción personal.
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