El auge del teletrabajo es innegable. Cada vez son más las empresas que ofrecen a sus empleados la posibilidad de trabajar fuera de la oficina; y cada vez son más los empleados que deciden acogerse a esta modalidad laboral para poder conciliar la vida profesional y personal, reducir su estrés, evitar atascos o conseguir una mayor flexibilidad de la jornada de trabajo.

Y, aunque en un principio fueron los países anglosajones los que tomaron la iniciativa, actualmente el teletrabajo es una práctica habitual en cualquier parte del mundo. “Solo en EEUU, más del 25% de población utiliza el teletrabajo como la única forma de trabajar”, asegura Nuria Chinchilla, profesora del IESE Business School en España. En Europa la cifra es menor. Según una encuesta que periódicamente realiza el portal de empleo Monster, el 35% de 8.000 europeos consultados trabaja desde casa, un porcentaje que entre los encuestados en España se reduce a un 26%. De acuerdo con este mismo sondeo, España está entre los países europeos con menos teletrabajadores, sólo por encima de italianos, con un 19%, y de los franceses, donde el 20% trabaja desde casa.

La encuesta de Monster demuestra también que al 57% de los españoles consultados les gustaría que su empresa les ofreciera esta opción, mientras que en Europa sólo el 36% de los empleados que no tienen la oportunidad de trabajar desde casa desearían hacerlo. Pero hay que tener cuidado con lo que se desea ya que, a pesar de todas las ventajas que ofrece el teletrabajo, esta opción laboral podría ser un lastre para la carrera profesional.

Al menos, esto es lo que opinan seis de cada diez profesionales que han participado en un estudio de Futurestep- filial de externalización de reclutamiento y selección de Korn Ferry Internacional-, publicado este año, en el que han participado 1.320 profesionales en 71 países. Esto, a pesar de que el 78% de los encuestados considera que los teletrabajadores son igual o más productivos que el resto de los empleados.

Combinar teletrabajo y presencia física

Mucho se ha hablado de las bondades del teletrabajo tanto para el empleado como para el empleador. Esta forma de trabajo ha permitido a los trabajadores, además, evitar las barreras geográficas o de horario que la obligación de asistir a la oficina les imponía. También ha logrado que las empresas sorteen las barreras físicas, aumenten las posibilidades de contratación, incrementen la productividad y reduzcan sus costes.

Aunque como no es oro todo lo que reluce, el teletrabajo ha sacado a la luz algunas carencias. Entre ellas, cabe destacar los grandes desembolsos iniciales que tienen que realizar las empresas para los equipos que necesita el teletrabajador, la inseguridad de las comunicaciones con el empleado y la dificultad de controlar y supervisar su trabajo. El empleado tiene, además, que tener cuidado para no convertirse en un adicto al trabajo y “el teletrabajo se convierta en un sinónimo de asilamiento social”, señala Diego Vicente, profesor del IE, en España. Pero, sobre todo, y de acuerdo con este estudio, tendrá que estar muy atento a cómo se desarrolla su carrera profesional desde el momento en que se acoge a esta forma de trabajo total o parcialmente.

Universia

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